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RÍO 2016

Alejandro Blanco: "Es el COE quien debe fijar el reparto de dinero entre las federaciones"

El presidente del Comité Olímpico Español y García Bragado visitaron AS recién aterrizados de Río y relataron su experiencia en los Juegos.

Actualizado a
Alejandro Blanco: "Es el COE quien debe fijar el reparto de dinero entre las federaciones"

Alejandro Blanco desembarcó en Barajas tras diez horas de vuelo desde Río y montó en un taxi directamente a la redacción de AS, acompañado de Chuso García Bragado, abanderado de la clausura en reconocimiento a sus siete Juegos. Un largo viaje, pero el presidente del Comité Olímpico Español y el eterno marchador no dieron señales de cansancio, ni de jet-lag. “Dormí dos horas”, cuenta Blanco, que sonreía como nuevo.

Ambos son tipos duros, alimentados por la euforia vivida en los días finales de Brasil que eliminó cualquier rastro de fatiga. España trajo un botín de 17 medallas, siete de oro. “Hay que quitarse el sombrero con lo que hemos hecho. Se ha visto que el deporte es la verdad”, espeta Blanco, pletórico, aún con el polo de la Selección. Ni a cambiarse le dio tiempo, ansioso por relatar lo vivido.

En Río las hazañas se han multiplicado. Blanco ve “imposible quedarse con una". “Han sido muchas emociones. Todos los días hacía cinco horas de coche para estar junto a Carolina y su emocionante oro, ver las medallas de Mireia, a los piragüistas o acudir al estadio de atletismo para vivir el título de Ruth… En el tenis, Nadal fue un referente y ha demostrado que es el ejemplo de deportista”, relata el dirigente, que se enorgullece especialmente de la paridad de los podios. “Queríamos 50% hombres y 50% mujeres. Y de las 17 medallas, nueve han sido femeninas y ocho masculinas, 52% a 48%. Así que no puede ser mejor el resultado obtenido”.

Bragado aparece en escena: “La actuación ha sido maravillosa”. Blanco va más allá: “Ha sido un milagro”. Y algo tiene de prodigiosa la actuación española si se tienen en cuenta las cifras de financiación pública (177 millones de euros), empobrecidas por las crisis (desde 2007 hasta hoy bajó el 70%, números de Seúl 88). Un ejemplo de caída para el mandatario: “El piragüismo tenía un tercio de la ayuda pública respecto a otros tiempos”. En cambio, cuatro medallas al zurrón. Rendimiento asombroso.

Blanco habla de ideas de futuro como “potenciar el ciclismo en pista a través de Llaneras”, “enviar deportistas al extranjero para alcanzar la excelencia”... Pero para ello quiere un traslado de poderes, que el COE sea el que fije el reparto de dinero entre las federaciones. Y pone ejemplos: “En Europa se hace así, en los países nórdicos... o en Italia, donde hay un Ministerio de Deporte que traslada el dinero al CONI y este lo reparte entre las federaciones. En Alemania, el Ministerio lo da directamente a las federaciones, pero la política la marca el Comité Olímpico. Luego cada federación rinde cuentas mediante auditoría. No pedimos ser como el CONI, pero al menos sí seguir el ejemplo de Alemania. Es algo que tiene que terminar siendo así. Es la dinámica que hay, la solución para que las decisiones se tomen desde el deporte y no desde la línea política del momento. Lucharé por ello”.

Más allá de lo público y su controversia, desde lo privado han llegado al deporte olímpico 311 millones con el faro imperturbable del ADO (que se puede ver perjudicado para 2020 por la salida de TVE) y con la aparición de agradables sorpresas como las Becas Podium. Blanco las explica: “Telefónica ha invertido 1,4 millones de euros para guiar a deportistas menores de 23 años. El programa tiene 88 miembros, de los que 22 han ido a los Juegos y uno de ellos ha ganado el oro”. Se refiere a Marcus Cooper, uno de los prodigios del kayak.

El otro mecenas viene desde Murcia con la UCAM, “que costea estudios y ayuda a cientos de deportistas”. Más de 50 fueron a Río y 11 se trajeron medalla (12 si se cuenta a Niyonsaba, una atleta de Burundi enrolada en el proyecto). Blanco destaca otra ayuda invisible: la familia: “La gente cercana a los deportistas ha hecho lo imposible para que estén en los Juegos”. Otro pilar de España para el dirigente: “La gran cultura de club existente”.

En la víspera de estos Juegos de Río se pintó la cita como un posible infierno en la tierra con plagas, contaminación, violencia… y, sin embargo, quedaron unos Juegos “agradables de ver y con buen color”, como dice Alfredo Relaño, director de AS. Blanco lo confirma: “No hubo noticias del zika, que era tan temido, los problemas con las aguas se solucionaron, en la Villa se estuvo bien... en algunas partes”.

Bragado hace crítica constructiva: “El tráfico fue caótico, aunque el legado que quedará a nivel de transporte público creo que será bueno”. Una de las peores sensaciones (aparte de la anecdótica piscina verde) fue ver instalaciones vacías. “Veníamos de Pekín y Londres, donde todo estaba a rebosar”, relata Blanco, que reafirma la teoría de que la natación quitó foco al atletismo, lejos del epicentro olímpico en Engenhao, donde no lucía el pebetero. Un sacrilegio a lo tradicional.

Con mucha intensidad vivió la cita García Bragado, madrileño de Canillejas de 46 años, que competía en sus séptimos Juegos desde que debutara en Barcelona 1992. Protagonizó uno de los momentazos de la delegación española cuando cientos de personas le hicieron un pasillo al entrar al comedor de la Villa. “No me lo creía. Al principio vi solo a los de atletismo y luego estaban las chicas de balonmano, las de básquet, al final estaba Carolina...”, relata el marchador (20º en 50 km), que “impone respeto brutal en sus compañeros”, señala Blanco.

Toca mirar a Tokio 2020, donde el dirigente apunta con más optimismo que otras veces: “La planificación ha ido enfocada a las estrellas de élite, que muchas ya se irán. Y se abrirán otros proyectos”. Así, y sin dejar de lado el debate Madrid-Atlético, Blanco y Bragado se marcharon de AS. Sonrientes y sin rastro de cansancio. Río seguía en su mirada.