Zizou es más que un entrenador

Zidane es uno de los técnicos de los grandes equipos europeos que menos cobra. Quizá incluso el peor pagado cuando vemos los salarios exuberantes de los Van Gaal, Mourinho, Pellegrini, o el que tenía Benítez aquí. Sin embargo, Zizou debería ser remunerado por partida doble: una nómina como entrenador y otra como jugador. Por supuesto hay que tomar estas líneas con el segundo grado de rigor (tantas horas pasadas en Twitter me incitan ahora a precisar cuando pongo un pizca de humor en mis palabras) ya que Zidane es todo menos un pesetero. Sin embargo, está cada vez más claro que el francés es más que un técnico, más que una persona que dirige los entrenamientos, que piensa los onces titulares y define una táctica para un partido.

Seguramente, porque colgó las botas hace menos de diez años y porque todavía tenemos imágenes muy vivaces en la mente lo vemos todavía como jugador, pero los que viven la suerte de trabajar a diario con él lo sienten directamente. Zizou hace las carreras continuas de calentamiento con los futbolistas, participa en los rondos, ensaya tirar faltas con CR7, entre tantas cosas que la mayoría de los entrenadores no quieren, o no se atreven a realizar. ¿Por qué lo hace entonces? ¿Por nostalgia? No, Zidane se une a los jugadores porque piensa que ésta es la mejor manera de sentirles cerca, de entender sus emociones y sus dudas, de comprender hacia dónde navega el grupo. Y así saber mejor que nadie cómo transmitir sus ideas y cómo dictar el rumbo.