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JUEGOS DE RÍO 2016

Mario Moscatelli: “Deben ir vacunados contra la hepatitis A”

Moscatelli, biólogo y profesor de Gestión Medioambiental en la Universidad de Río, criticó en AS la preocupante situación de los escenarios de la vela.

Actualizado a
El biólogo Mario Moscatelli.

—A menos de un año de los Juegos Olímpicos, y a unas horas de los ‘test events’ o eventos de prueba en las competiciones de vela, ¿qué puede decir sobre la situación de las aguas, usted que lleva años alertando sobre la situación?

—Lo menos que puedo decir a los regatistas es que no se planteen entrar en contacto con el agua si no están ya vacunados contra la hepatitis A. Será aun peor si llueve, hay marea baja y viento rumbo al océano. Mi caso y el de los que ya vivimos en esta zona es distinto. Ya estamos acostumbrados y vacunados.

—¿Puede explicar la situación en Guanabara?

—No se trata sólo del gran problema de la Bahía de Guanabara, el escenario de la vela, sino también de las lagunas de Barra da Tijuca, en la Zona Oeste, las que flanquean el Parque Olímpico: Jacarepaguá, Marapendi, Camorim y Tijuca. La ciudad, Río, ha crecido desmesuradamente por estos puntos, y nada se ha hecho por arreglar las condiciones medioambientales. Se vierten 100 toneladas diarias de basura. Se habló mucho y se prometieron cosas para que nos dieran los Juegos, como puede ocurrir en cualquier país latino, pero nada se ha hecho.

—Descriptivamente…

—Desde los ríos y canales que las alimentan, apenas entra un litro de agua en Guanabara o en las otras lagunas que no contenga cualquier tipo de escoria, plásticos o residuos en descomposición. Esas aguas vierten directamente desde las alcantarillas (fogna) de las favelas y barrios circundantes. Aunque ya se ha firmado un plan de 12.000 millones de reales (unos 3.000 millones de euros), a cargo del Gobierno del Estado, nada se ha hecho a estas alturas. No creo que esto pueda estar arreglado hasta dentro de unos 20 años. Y eso, si se implementan los recursos necesarios. Este ha sido un país en plena crisis política y económica y sin apenas dinero. Aquí, como en todos los países latinos, insisto, los gestores no gastan el dinero responsablemente, lo gastan impunemente.

(Según informó recientemente el periódico ‘O Dia’, de Río de Janeiro, la Compañía Estatal De Aguas y Residuos, CEDAE, acumulaba hasta el pasado mes de abril un total de 25 millones de reales brasileños en multas impuestas por la Fiscalía Federal durante la última década, a consecuencia de su gestión en el tratamiento de residuos de las Lagunas de Barra da Tijuca. La Fiscalía ha extremado el control a medida que se acerca la cita con los Juegos, pero una solución total parece lejana).

—¿Ve un modo, Mario, de que la situación pueda controlarse de alguna forma cuando llegue la hora de las pruebas olímpicas en 2016?

—Se ha hablado y se ha prometido mucho, incluso desde los Juegos Panamericanos de 2007, y ya ve: poco se ha hecho para abordar la raíz del problema. Aunque, potencialmente, claro que sí se pueden regenerar todas estas aguas, ya no creo que haya tiempo de aquí a los Juegos. Persiste la cuestión fundamental, el tratamiento de las alcantarillas que vierten directamente a Guanabara y a las lagunas: desde plástico hasta todo tipo de escoria y basuras. Mientras eso se mantenga ahí, Guanabara y las lagunas serán las letrinas que ahora son, y todo el dinero que se gaste servirá para poco.

—¿Qué medidas tocaría adoptar? El Comité Organizador y los políticos son optimistas…

—Habría que instalar unidades de tratamiento de residuos en esos ríos y canales de alcantarillas que desagüan y alimentan a Guanabara y las lagunas. En dos años quizá se podrían haber limpiado las playas y todos los fondos, lo que hasta ahora no se ha hecho. Todo tendría que haber empezado hace cinco o seis años. Además, y a más largo plazo, también deberían cambiar las políticas educacionales, de vivienda y saneamiento en todos los barrios y áreas urbanas de la zona. Pero eso son políticas a largo plazo que aquí no se llevan y, como no se hacen, los políticos pueden seguir hablando, lanzando promesas y gastando recursos. No queda tiempo.