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Actualizado a
El Barça despide a HH
(1960)

Por aquellos años el Madrid y el Barça tenían sendos equipos fabulosos. El Madrid contaba con una gran alineación, coronada por Di Stéfano, Puskás y Gento. El Barça acumulaba genios en la delantera. Tejada, Kubala, Suárez, Evaristo, Eulogio Martínez, Kocsis, Villaverde, Czibor… Pero sobre todo destacaba su entrenador, un hombre que reinventó esa función: Helenio Herrera. Hijo de sevillanos emigrados primero a Argentina (donde nació, aunque apenas vivió) y luego al  Marruecos francés (donde se crio), había sido jugador malo, como él mismo reconocía. Como  entrenador alcanzó celebridad máxima. Estuvo en el Valladolid, el Atlético, el Málaga, el Deportivo, el Sevilla y Os Belenenses antes de llegar al Barça, donde lo revolucionó todo.

El Barça había ganado la liga de 1958-1959 y estaba en camino de conseguir la de 1959-1960, pero su reto era la Copa de Europa, en la que el Madrid había ganado las cuatro primeras  ediciones, todas las disputadas hasta la fecha. Esta vez les iba a tocar enfrentarse en las  semifinales. Herrera, siempre lenguaraz y provocador («Que hablen de mí, aunque sea bien»), anunció que esa semifinal sería la demolición del Madrid, cuyas figuras avanzaban ya en la treintena. No cedió ni cuando perdió 3-1 en la ida, en el Santiago Bernabéu, y anunció una  goleada para la vuelta. Pero otra vez ganó el Madrid, 1-3, con exhibición de Puskás. El público culé se irritó.

La mañana siguiente, Helenio Herrera había quedado con un periodista francés para hacer un reportaje. Pasaron en coche por la Rambla de Cataluña y, ante el desafío del periodista,  aparcaron frente a la fuente de Canaletas, donde entonces siempre, cualquier día del año, se reunían espontáneamente aficionados a discutir de fútbol. Herrera se acercó a ellos, ante la sorpresa de todos, y empezó a discutir y a razonar el porqué de la eliminación. Algunos aceptaban sus argumentos mejor que otros. El periodista tomaba fotos. En una de esas, pidió que le cogieran a hombros. Algunos lo hicieron, otros se enfadaron y empezaron a increparle.  En vista de eso, se suspendió la escena y Herrera y el periodista entraron en el hotel más próximo, que resultó ser el que había ocupado el Madrid esa misma noche. Eso aumentó la bronca: «¡Ve a cobrar el soborno!» «¡Vendido!» «¡Si ya estás contratado por ellos!» (Porque se sabía del interés de Bernabéu por ficharle desde tiempo atrás.) La policía tuvo que disolver a los revoltosos.

En vista de eso, el presidente del Barça, Miró-Sans, que también sospechaba de un acuerdo con el Madrid porque llevaba tiempo presentándole al entrenador un contrato en blanco que él  rehusaba firmar, decidió prescindir de él.

A Helenio Herrera no le importó, porque sí, ya tenía un contrato previamente firmado. Pero no con el Madrid, sino con el Inter de Milán, al que haría vivir sus días más grandes. Y allí se las  volvería a tener tiesas con el Madrid, al que nunca llegó a entrenar.