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Café, copa y fútbol | Hombre G

“Iker se debería haber ido del Madrid después de la Décima”

Dani, Rafa, Dani y Javier son los Hombres G desde 1984. Triunfaron en pleno declive de la Movida madrileña. En Las Estaciones de Juan se desatan hablando de música y fútbol.

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“Iker se debería haber ido del Madrid después de la Décima”

—El Real Madrid ha tenido un arranque más que raro. Ahora se ha puesto a golear, ¿creen que ya han abandonado el soponcio inicial?

—David Summers: En eso están. Ancelotti es un tipo desconcertante, no sabría decir si es un genio o un entrenador normalito, pero lo que sí tengo claro es que está sobrado de temple. Va a su ritmo pero, igual que hizo la temporada anterior, demuestra recursos para reaccionar en buenas condiciones. Eso es lo que se espera de un gran entrenador teniendo en cuenta, además, que el Madrid tiene una plantilla fantástica. Pero, a veces, tanta estrella junta puede deslumbrar. Y ahí se debe notar la mano del jefe.

—¿Y qué les parece el caso de Casillas? ¿No creen que se debería haber cerrado hace tiempo ese asunto?

—D.S: Casillas se debería haber ido del Real Madrid después de ganar la Décima. Tras esta temporada pasada tan extraña y el desastre del Mundial no debería de haber dejado que su imagen se deteriorara tanto. Ha tenido la fortuna de levantar la Décima y ahí tenía que haber dejado el equipo. Este hombre tiene ahora un grave problema porque el Bernabéu ya no le va arropar nunca igual que antes. Es verdad que Mourinho le señaló, sus razones tendría, pero Casillas debería haberse defendido mejor y ejercer su capitanía con más gallardía.

—En el Bernabéu se han escuchado pitos a Casillas, y a algún otro jugador, nada anormal teniendo en cuenta que el público madridista es muy suyo, pero parece que esto de los pitos se está contagiando a otros lares, el Camp Nou, y, lo nunca visto, ¡el Calderón!

—D.S: Sí, nos copian todo, en fin, hasta lo malo. El público está inquieto, y no sólo por las cuestiones del fútbol. Y creo que los futbolistas se equivocan al reclamar su apoyo incondicional. Son malos tiempos y la gente está jodida y es esta gente la que necesita mimos y apoyo, y no al revés.

-Rafa Gutiérrez: Bien dicho. Pero que sepas que en el Calderón la gente pita mejor que en el Bernabéu.

—El hecho de que tengan ustedes sentimientos futbolísticos encontrados, unos del Madrid, otros del Atleti ¿cómo les afecta a lo largo de la temporada?

—D.S.: Hombre, aquí hay indios y vikingos y tenemos nuestras tensiones lógicas, pero no somos unos hooligans tarados.

-R.G.: Yo lo paso regular cuando juega el Atleti. Nos cuesta mucho todo pero mira, ahí estamos, hemos dado un ejemplo a todo el mundo a base de corazón y fe y con los recursos justos. Ser campeón de Liga en España es casi un milagro para equipos como el Atleti. Y no te digo si llegamos a ganar la Champions.

—¿Se esperaban el fracaso de la selección española en el Mundial de Brasil?

—D. S: Las cosas han cambiado mucho en estos cuatro años y parece que algunos no se han enterado. España no estaba bien antes de empezar el Mundial. Su esquema vencedor, y como madridista me fastidia decirlo, era el esquema del más grande Barça de los últimos tiempos, pero ese esquema dejó de funcionar la temporada pasada. Xavi, Busquets y Piqué, más Xabi Alonso ya pasaron sus momentos de gloria. Ahora es el momento de renacer con otro espíritu. Y es la hora de ver cómo gestiona el asunto con otras piezas un Vicente del Bosque que ha salido malparado del Mundial.

—Les tira mucho el fútbol pero lo han cantado poco.

—D.S: Pues no mucho, la verdad. En una canción hablábamos del Recreativo de Huelva porque mi padre les tenía mucha simpatía.

—R.G: (Interrumpe entre risas) Sí, era una canción de amor que decía algo así como es tan difícil que me quieras como que gane el Recreativo de Huelva.

—¿Es verdad que son ustedes socios del Manchester United?

—Dani Mezquita: Bueno, nos hicimos socios del Manchester cuando estuvimos grabando allí un disco. Era el año 1988, y el dueño del estudio nos invitó a un partido del Manchester contra el Watford. El tío debía tener enchufe en Old Trafford porque al entrar al estadio nos anunciaron por megafonía y luego salimos en los periódicos. Una pasada y, claro, acabamos haciéndonos socios del Manchester.

—Por esos tiempos ya eran un grupo que rompía en España muchos corazones, sobre todo femeninos.

—D.S: Se nos dio muy bien, la verdad. Empezamos en 1984 y nos costó bastante arrancar, pero luego la cosa funcionó muy bien. Fue a partir de 1985, con el disco “Sufre mamón”.

—Javi Molina: Mucho éxito, sí, pero el que realmente rompía los corazones era yo, eso que quede claro. (sus tres compañeros se miran atónitos).

—Rozaron la gloriosa Movida madrileña pero se mezclaron poco con aquellas tribus rockeras.

—D.S: Pues sí, es verdad que éramos bastante independientes, no pertenecíamos a ningún grupúsculo. (ríen) Siempre quisimos ser distintos y nunca pretendimos pertenecer a movidas, ni movimientos, ni gilipolleces de esas. Eso es un rollo de la prensa que es muy propensa a etiquetar a la gente. Nosotros no nos sentimos parte de la Movida madrileña, además, éramos un poco más jóvenes. Y desde el momento que vendías muchos discos y eras número 1 de los 40 Principales salías de la Movida echando hostias.

—También es verdad que antes de su llegada los grupos rockeros vendían pocos discos.

—D.S: Totalmente cierto, antes de 1985 nadie vendía nada, casi como ahora, que hemos vuelto a ese horror. Los grupos de rock y pop no se comían nada. Luego ya sí empezaron a romper bastantes grupos y fuimos nosotros los que abrimos las puertas al comienzo de una industria.

—¿Cómo llevaron ese vértigo de fans, ese furor que despertaban en cada concierto?

—D.S: Ufff, pues mira, lo pasamos muy bien. Teníamos 20 años y para nosotros era un regalo que no esperábamos. Hemos sido el único grupo que ha arrastrado miles de fans sin haber sido diseñado para ello. Empezamos con la idea de pasarlo bien, sin más, y el éxito nos estalló en la cara. Pero a nuestra manera, nadie nos dirigió.

—¿Y después de dejarlo todo y volver diez años después se esperaban volver a tener el éxito que han tenido?

J.M: Buena culpa de ello la tuvo México, donde fuimos a hacer unos conciertos y llenábamos todas las salas y no pensábamos que ese éxito se iba a trasladar inmediatamente a España y al resto de América, incluso a Estados Unidos.

—D.S: Realmente Hombres G nunca murió porque durante esos diez años yo actuaba en solitario por esos mundos y cantaba las canciones del grupo y me daba cuenta de que a la gente le seguía yendo el rollo. Parece increíble, pero durante ese tiempo se crearon un montón de clubes de fans de Hombres G que no nos habían visto nunca tocar juntos. No sé, nos veían como una especie de leyenda. La llegada de Internet y las redes sociales también favoreció mucho eso.

—D.M: Yo ya me había olvidado del trajín de las giras, de los conciertos. Estaba tan tranquilo en mi bar, con mi gente, tocando cuando quería y cuando se plantea el volver a la carga me costó un poco asimilarlo. No sé, incluso me sentía algo mayor para eso. Pero, en fin, aquí estamos.

—Ahora, ya más talluditos, ¿les siguen arrojando sujetadores las chicas en los conciertos?

—R.F: Alguno se escapa, pero como antes. El público que nos sigue ahora es el mismo de los 80, más mayores, claro, y, además, vienen con sus hijos.

—D.S: Las canciones nuevas tienen otra temática, por supuesto. Ahora hablamos mucho menos de chicas y esas cosas porque, entre otras cosas, ya tenemos 50 tacos y en cuestiones sexuales cada vez blandeamos más.

—¿Cuál es el truco para permanecer unidos, mantener el buen rollo entre ustedes durante tanto tiempo?

—J.M: Quizá porque somos amigos desde muy pequeños y siempre lo hemos pasado muy bien juntos. Y hemos tenido la buena suerte de hacer lo que queríamos, tocar por ahí, grabar discos, ganar pasta.

—D.M: Sólo el que se dedica a este negocio puede entender esto. Las giras hermanan mucho, todos nos sentimos muy cerca unos de otros, músicos, técnicos, productores, “pipas”.

—D.S: Yo creo que es facilísimo lo que nos pasa. Nos llevamos bien sin hacer ningún esfuerzo.

—¿Y nunca les dio tiempo a jugar al fútbol?

—D.M: Siempre hay tiempo para darle unas patadas al balón. Yo juego todos los jueves con los veteranos del Atleti desde hace 10 años.

—J.M: Es un pesado, me tiene harto porque no se puede contar con él cuando tiene partido.

—D.M. Joder, pareces una novia. (ríe).

—¿David, aparte de unas botas de fútbol, usted también se ha calzado bastantes veces unos guantes de boxeo, no?

—D.S: Sí, lo he practicado mucho porque mi padre era muy aficionado. Y lamento muchísimo como se ha maltratado al boxeo. La imagen que desde hace mucho dan los medios de este deporte no tiene explicación. ¡Que blandengues! Luego también su declive tiene que ver con los tiempos modernos. Los chavales prefieren otras cosas que sufrir en un gimnasio o sobre un ring. Y como ya no hay campeones, ni siquiera en Estados Unidos, pues así estamos.

—¿Cómo se sienten al verse interpretados por otros en su musical?

—D.S: Yo me siento muy bien, y la gente que asiste al teatro, aunque sean otros los que interpretan nuestras canciones siente lo mismo que en uno de nuestros conciertos.

—J.M: Hemos intentado hacer algo que fuera digno y que la gente saliera contenta después del espectáculo y creo que, entre todos, lo hemos conseguido.

—R.F: Y, además, no hemos perdido pasta, el musical ha ido muy bien a pesar del IVA y todas esas cosas. A partir de este otoño se va a ver en toda España durante los próximos dos años y después irá a México.

—Rafa, desde su sentimiento atlético ¿para cuando la primera Copa de Europa?

—R.F. (imitando a Simeone). Bueno, verás pibe, hay que ir partido a partido. Y esta temporada estamos ahí y os sorprenderemos de nuevo. La clave está en que en la próxima final no añada el árbitro tantos minutos cuando se llegue al 90. ¿Vos nos sabés que los partidos duran 90 minutos? Pues eso.