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Adrián González

“En mis sueños veo a mi padre entrenando al Real Madrid”

El ‘8’ en el Elche lo lleva el hijo de Míchel, que marcó una época en el Madrid con ese número. Hoy se ve las caras con el pasado de su padre y el suyo.

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“En mis sueños veo a mi padre entrenando al Real Madrid”

—Suena especial ver al hijo de Míchel cruzarse en el camino del Madrid. ¿Lo es también para Adrián González?

—Siempre es especial jugar en el Bernabéu. Para mí es uno de los estadios más bonitos del mundo y un futbolista siempre tiene que estar contento de poder estar presente en un escenario así. En general, un jugador siempre tiene que sentirse privilegiado por poder hacer lo que le gusta en un estadio de Primera y más aún si es ante el Real Madrid.

—¿Qué recuerda como rival?

—La experiencia que acumulé con Rayo, Getafe y Racing no me trae buenos recuerdos: nunca gané allí. Espero que con el Elche llegue la primera victoria. Siempre estamos a tiempo de cambiar la historia.

—¿Y como miembro de la familia blanca?

—Con el Madrid llegué a formar parte de la primera plantilla. Schuster era el entrenador. No tuve la suerte de debutar con el primer equipo. Con 19 años, decidí irme al Celta con la Liga ya comenzada. Iba a tener dorsal del primer equipo, pero fueron llegando fichajes y decidieron hacerme ficha del filial para ser el jugador número 26. Sabía que iba a ser difícil tener la oportunidad de contar con minutos, que creo que era lo que necesitaba con 19 años.

—Era muy joven para reclamar un dorsal en el primer equipo. ¿No cree que se precipitó?

—Venía de hacer un año muy bueno en el Castilla, donde disputé 38 partidos y marqué cinco goles en mi estreno en Segunda. El arranque de mi carrera fue muy bueno y tenía la ilusión de hacerme con un hueco en el Madrid para seguir progresando. No fue así y no sé si fue acertada o no la decisión de irme cedido. No sé qué hubiese pasado si me hubiera quedado. Me he hecho muchas veces esa pregunta. Elegí un camino y no me arrepiento porque ahora soy feliz en el lugar al que me ha traído el fútbol, que es a Elche.

—¿Le faltó la confianza de Schuster?

—No lo sé. Es difícil llegar al Madrid y hacerse un hueco. Seguro que lo último que hace un entrenador es mirar al chaval que ha subido del Castilla. Ese año llegaron Sneijder, Robben o Drenthe, que venía de ser el mejor Sub-21 de Europa.

—¿Cómo le ha recibido siempre el Bernabéu?

—Bien. Mucha gente sigue a la cantera y me conoce de mi etapa en el Castilla. La afición del Madrid siempre me ha tratado con mucho cariño. Supongo que también por ser hijo de Míchel. He notado también el cariño que le tienen a mi padre.

—¿Ve a su padre algún día al frente del Real Madrid?

—En mis sueños veo a mi padre entrenando al Madrid. También es un pensamiento profesional porque he tenido la suerte de tenerle como técnico. Ojalá algún día tenga la oportunidad de dirigir al Madrid. La gente pensará que lo digo porque soy su hijo, pero quien nos conoce sabe que soy objetivo, igual que lo fue él conmigo cuando fui su jugador. Está muy preparado para entrenar al Madrid.

—¿Soñó con ser tan grande como él?

—Siempre. Cuando era pequeño quería ser como él. Tengo 26 años y no pierdo la ilusión de igualarle o superarle.

—¿Cómo pueden hacerle daño al Madrid?

—Al principio de temporada vi a un Madrid más asociativo que el del año pasado. Sigue siendo un equipo de mucha pegada y velocidad. Tampoco va a cambiar mucho con respecto a lo que fue la temporada anterior. Para conseguir algo positivo hay que estar muy concentrado, aplicar mucho esfuerzo colectivo y jugar bien al fútbol. Todo eso es esencial. Si no juegas al fútbol, es difícil hacerle daño.

—¿Cuáles son sus primeros recuerdos en el Bernabéu?

—Recuerdo que entraba al estadio por la cuesta por donde ahora está la entrada a Palcos. Me sentaba en Tribuna, cerca de una esquina, donde veía a mi padre cuando iba a sacar los córners. De vez en cuando alzaba un brazo para saludarnos a mi madre y a mí.

—¿Cómo era aquel Madrid?

—Cuando era sábado o no tenía colegio, me apuntaba siempre a ir a sus entrenamientos. Me acuerdo de compartir campo con grandes de la historia del Madrid. Sobre todo con Zamorano, que tenía su taquilla al lado de la de mi padre. También tenía muy buena relación con Luis Enrique y Alkorta, que llegaron muy jóvenes al equipo.

—¿Con quién daba las primeras patadas al balón?

—Sobre todo con mi padre y con Zamorano. Mi hermano Álvaro, que tiene tres años menos, también venía y jugábamos allí en el césped.

—¿Alguna anécdota?

—Por aquella época las cámaras ya estaban pendientes de todo y recuerdo que un día que no había colegio fuimos al entrenamiento del Madrid. Al mediodía, comiendo en casa, estábamos viendo el Informativo de Deportes, como pasa ahora, y los periodistas nos pillaron a mi hermano y a mí tirados en el césped de la Ciudad Deportiva escupiéndonos. Mi padre no se había dado cuenta y cuando lo vio no le sentó nada bien.

—¿Ve diferencias entre aquella época y esta?

—El estilo de aquel fútbol era más de ida y vuelta, sin tanto rigor táctico como actualmente. Los futbolistas, quizás, estuviesen tan preparados como ahora porque aquella intensidad requería del mismo trabajo. El vestuario era parecido.

—Como canterano e hijo de canterano del Madrid. ¿Qué opina de los pitos que está recibiendo Casillas?

—(Piensa) Me parecen injustos. Un jugador de la grandeza de Casillas, que le ha dado tanto al club y con ese sentimiento blanco, no merece verse en esta situación. No tuvo nada de culpa en el gol que encajó ante el Atleti. A la gente le ha dado ahora por el runrún de los porteros y es difícil jugar con eso. Iker lleva más de 20 años en ese club y ahora no debe ser nada agradable encontrarse eso en su casa. Confío en que no le mine en su rendimiento.