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Barcelona

La auditora Deloitte aparece, la confusión todavía se mantiene

La auditora defiende su trabajo pero el juez duda. Joan Gaspart, el origen de todo, salía ayer de otra sala de los juzgados con “mirada de águila”, como definió un veterano letrado.

BarcelonaActualizado a
AGOTADO. Artur Amich, el auditor, tras cinco horas declarando
Fernando Zueras

A medida que uno le va tomando la medida a los juzgados descubre que, como pasa en todos los ámbitos de la vida, las noticias están más en la cafetería y en las zonas para fumar que en la sala donde se celebra la vista. Por eso ayer se pudo escuchar en un receso de la maratoniana jornada en la que Artur Amich declaró en nombre de la auditora Deloitte en el juicio de Acción de Responsabilidad contra la última junta de Laporta en boca de un defensor que “la confusión nos beneficia”. Si eso es cierto, el juicio está ganado por Laporta y sus 16 directivos.

La jornada de ayer fue meramente técnica. Cinco horas y media de números, provisiones, minusvalías y diferenciales que se resumieron, como es habitual, en los zascas del juez Martínez Borrego, quien dijo al testigo: “Voy a preguntar cosas que ya le han preguntado, porque no las he entendido”. Ni él, ni muchos de los letrados de la sala.

Hubo auditoría. Una de las grandes dudas del juicio que se inició el lunes estaba en saber si era cierto lo que dijo el primer día el presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu, quien afirmó muy rotundo que “la junta saliente nos entregó unas cuentas no auditadas, apenas tres folios grapados con números”. Pues bien, después de muchos debates ayer apareció el señor Amich, de Deloitte, quien además de defender a capa y espada a su empresa, aseguró que las cuentas estaban auditadas. Un incerteza menos para la causa.

Hablando de incertezas, que en el caso del Barça suman siete en la auditoría del señor Amich, éste reconoció que Deloitte no fue quien depreció el valor de la finca de Viladecans y que en ningún momento le propusieron a la nueva junta reformular las cuentas, que eso corre a cuenta de la junta que en su día presidió Rosell.

El juez que es uno de esos culo di ferro que aguantan las sesiones hasta que el testigo les suplica ir al lavabo, tampoco entendió demasiado las preguntas del auditor, porque al final volvió a formularlas. Mientras tanto, Joan Gaspart, el origen de todo, salía ayer de otra sala de los juzgados con “mirada de águila”, como definió un veterano letrado.