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M'GLADBACH 1 - VILLARREAL 1

Uche lo arregla en 23 segundos

El nigeriano salió en el minuto 66 y 50 segundos, marcó en el 67:13 y se marchó en camilla tras un fuerte golpe al hacer el 1-1. Cheryshev falló dos goles. El Borussia pidió un penalti.

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Uche lo arregla en 23 segundos

No se puede hacer más en menos tiempo. Uche dio un empate muy valioso al Villarreal y solucionó un buen problema tras salir como refresco del banquillo, después de estar sólo 23 segundos en el terreno de juego y con un único toque al balón. Así son los pichichis. Marcelino metió al nigeriano, aún entre algodones tras su lesión, porque el resultado estaba en contra y las sensaciones no eran las mejores. Nada más suplir a Vietto, el delantero conectó con Trigueros, otro de los revulsivos, y se jugó el físico ante el portero a bocajarro para meter una puntera salvadora. Se fue en camilla y a esta hora le dolerá casi todo por el tremendo golpe. Sin embargo, haber hecho historia con una aparición estelar, sin duda merece la pena.

El Villarreal había sufrido demasiado hasta entonces. No encontró su sitio en la primera mitad. De salida estuvo tímido, como si no recordara esos ambientes, y se arrugó infravalorándose cuando encajó el primer gol. No es que fuera notablemente inferior. Pero sí que estuvo por momentos sorprendentemente desconocido (29% de posesión). Y no sólo por ver cómo Moi, diestro, sacaba una decena de córners con la zurda (¡?). Pese a contar con Vietto y Cheryshev arriba, sólo encontró un resquicio para explotar la velocidad en esos minutos. Y aunque reforzó el centro del campo con Pina en lugar de Trigueros jamás cortó las contras ni protegió debidamente a los centrales. No hubo coordinación. El Villarreal ni mandó en esos primeros 45 minutos ni salió al galope con la chispa que suele. Entre otras cosas porque le faltó ese pase entre líneas y de transición que con tan buen gusto aporta Giovani antes de salir en busca de espacios.

La única vez que el Submarino estaba haciendo las cosas bien en ataque, Cheryshev no acertó a finalizar. El delantero ruso robó un balón en la presión, lo jugó con Vietto sin perder un segundo y éste se lo digo a Cani para que buscara con su magia al hueco de nuevo al exmadridista. La triangulación, por fin, fue perfecta. Sólo faltó sortear la salida del portero, soberbio. La oportunidad desperdiciada pasó de ser una anécdota a ser un drama. En la siguiente jugada el Borussia se adelantó. No le hizo falta más que repetir uno de sus numerosos balones frontales en largo y esperar el fallo del adversario. Esta vez Víctor Ruiz no atinó a despejar de cabeza y, tras perder el balón de vista y enredarse, recompuso su figura metiendo la pata más que la pierna. El objetivo era intentar torpedear a su marcador y no hizo más que habilitar a Herrmann. El extremo, que llegaba en solitario en la frontal del área mientras los mediocentros del Villarreal miraban, agradeció el regalo y batió a Asenjo de un zurdazo, aprovechando que el portero ya estaba descolocado. El equipo alemán pudo entonces romper a un rival aturdido. Le faltó ambición. Y lo pagó.

El descanso recompuso la figura del Villarreal. La pizarra debió echar humo. La actitud fue otra. Y la lectura del partido bastante más acertada. Solucionó su problema en la salida del balón, mejoró en la presión, redujo la distancia entre líneas, ganó los duelos individuales y se desplegó en ataque sin temores ni complejos. Así, llegaron las mejores oportunidades. La mejor, otra de Cheryshev, clamorosa, tras una buena combinación entre Cani y Moi. El Villarreal estaba crecido y Marcelino acabó de otorgarle toda la superioridad con sus acertados cambios. Trigueros aportó la cordura y Uche el olfato. Su heroico gol hizo justicia pero su lesión, sin embargo, frenó un dominio ascendente. Hasta que Jonathan Dos Santos (debut) suplió a Uche el Villarreal tuvo que levantar el pie del acelerador. Respiro que aprovechó el Moenchengladbach para soltarse y dar motivos a su hinchada para seguir siendo feliz. Los dos equipos merecieron entonces ganar y ninguno perder, así que el empate no es mala noticia. Al final, en el descuento, el Borussia pidió un penalti por manos que hasta el linier, con la bandera levantada, pareció conceder. El colegiado no coló y vio lo que el resto: fue involuntaria. Mejor. Uche no merecía que una polémica centrara los debates y empañara su proeza.