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GETAFE 0 - ATLÉTICO 2

Un paso de gigante con susto

El Atlético se impuso con facilidad a un Getafe sin gol ni moral con goles de Godín y Diego Costa, que se produjo un gran corte al marcar, pero sólo sufre un golpe.

Actualizado a
Un paso de gigante con susto
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El Atleti dio un paso de gigante, uno que le mantiene líder a falta de cinco jornadas y le permite fallar una vez: si gana cuatro, es campeón. Pero el cuerpo se le quedo frío, sin ganas de celebrar, cuando Diego Costa se retiró del campo en camilla, sangrando por una tremenda herida en la pierna, llorando y gritando ante las caras de desesperación de sus compañeros, tras golpearse contra el poste para marcar el 0-2. Son los riesgos que corre un futbolista que, ganando contra diez a falta de seis minutos, se juega el físico por su equipo. Literalmente. Sólo quedaba aplaudir y cruzar los dedos, esperar que las pruebas dictaminasen que el golpe, el drama y el susto no ocultaban nada más grave. Y así fue: una temporada así merece otro final. Suerte tuvo el poste de quedar en pie.

Hasta el acongoje final, el partido fue, simplificando, un peñazo. El Atleti, espeso y cansado; el Getafe esperando no se sabe a quién, quizás a Godot, tal vez a la muerte. Añadiendo plomo al conjunto, típico sol y sombra que incomoda a los jugadores y un árbitro, Borbalán, como el niño de El Sexto Sentido, viendo cosas que el resto ni intuían ni entendían. Así, lo más emocionante del arranque fue el experimento de la LFP de ponerle al Mono Burgos unas Google Glass, dándole aspecto de protagonista de un Torrente de ciencia ficción. Un fenómeno.

Entre choques y pendencias, el Atleti sacó algunas ocasiones por incomparecencia del rival. Primero, una internada de Villa que, con la portería a distancia de putt, dudó entre tirar o pasar de Diego Costa y acabó echándola fuera. Ya en el minuto 25 un cabezazo de Godín a centro de Koke que salió centrado y detuvo Codina. Por último, una cabalgada de Diego Costa que derrumbó a dos rivales con el mismo recorte antes de cometer el mismo error que el Guaje en la primera oportunidad y dar tiempo a la defensa a corregir.

Mientras, el Getafe, seguramente el equipo con más calidad individual de los que agonizan en la zona baja, intentaba ir contra natura y convertirse en el Wimbledon de la Crazy Gang, más pendiente de desquiciar a Costa y Villa que de alimentar a Pedro León, Lafita y Ciprian Marica. Un desperdicio. Uno inútil. Si confundir intensidad con sobreactuación es la estrategia de Contra para sacarle del hoyo, tiene mala pinta.

El fútbol le castigó en el minuto 40 cuando el Atleti recurrió a sus clásicos para marcar. Centro de Juanfran desde la izquierda, viaje a ninguna parte de Codina y cabezazo de Godín. El tercer gol de la Liga para un central fabuloso. Su dúo con Miranda debería copar las portadas de las revistas como pareja del año. Son fundamentales.

Tras el descanso, el Getafe decidió empezar a jugar al fútbol y, lógicamente, cambió el panorama. Juan Rodríguez estuvo a punto de empatar con un gran cabezazo, pero allí apareció Courtois, que ya sólo es noticia cuando no hace milagros. Ojalá Mou estuviera en el cine o el tira y afloja para que el belga juegue en Champions va a dejar en anécdota lo de los Stark y los Lannister en Juego de Tronos.

Pudo sentenciar el Atleti en el 65' cuando, de nuevo a balón parado, el Getafe sólo pudo frenarle haciendo dos penaltis a la vez: Alexis a Costa y Lafita a Miranda. Borbalán pitó el segundo y expulsó al jugador local, pero Codina se lució dos veces, parando el lanzamiento a Costa y el rechace a Raúl García. Es curioso que un técnico que cuida los detalles como Simeone permita que tiré los penaltis un jugador que ha fallado cuatro de ocho esta temporada.

Con uno más, el Atleti no fue capaz de dormir el partido. Ciprian reclamó un penalti de Miranda y Pedro León falló en lo que no suele, el golpeó, en la ocasión más clara ya en el tramo final. En el 84', Adrián echó a correr y acabó habilitando la sentencia de Diego Costa que pudo acabar en drama. Durante unos minutos, todos los rojiblancos del mundo temblaron. Por suerte, el susto fue breve y la realidad volvió a asomar radiante: partido a partido ya sólo quedan cinco. Y basta ganar cuatro. Atisba la meta.