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VILLARREAL 1 - LEVANTE 0

Perbet desatasca en el 95’

Marcó de cabeza en la última jugada del partido tras una inútil falta de Nikos a Aquino. Los de Marcelino superan a la Real mientras que los de Caparrós siguen aún sin salvarse.

Actualizado a
Perbet desatasca en el 95’

El Villarreal resucitó en la última jugada del partido. Cuando nadie lo esperaba y en una falta lateral de esas que el Levante soluciona sin inquietarse. El remate de cabeza preciso y decisivo de Perbet (10 goles en Liga) vino precedido por una falta inútil de Nikos a Aquino en el costado derecho. Un regalo que Trigueros puso en el área con la calidad que acostumbra y que el francés remató con la rabia que no suele. El 1-0 pone al Submarino con pie y medio en Europa y con los sueños en la Champions, mientras que deja al Levante a falta de subir el último escalón para poder pregonar que una vez más está salvado.

El empate se daba por hecho. El partido había sido tan malo y anodino que más premio parecía exagerado. El primer tiempo lo dijo todo: las mejores ocasiones llegaron de rebote. Una la resolvió Keylor con la agilidad habitual. La otra, en el área de enfrente, la atajó Asenjo tras una falta de Diop. Aparte de estos dos apuntes, Villarreal y Levante chocaron con sus carencias. Todas ellas en ataque. El equipo de Marcelino se desplegó añorando a Gio y Uche en cada paso. Pereira hace casi todo revolucionado. Sus controles son dubitativos. Sus desmarques atropellados. No tiene zancada para desbordar ni calidad para asociarse. Perbet, por el contrario, lo tiene casi todo pero le falta lo más importante en su oficio: la velocidad. Su gol maquilla 94 minutos desesperado. El equipo de Caparrós también echó de menos a Barral. Baba se dejó el alma pivotando y tirando diagonales. Sin embargo, demostró que llevar tres goles a estas alturas no es casualidad. Vive demasiado alejado del área. Y cuando la pisa, no apasiona.

Empatados a falta de finura, el Levante salía victorioso entre tanta imprecisión. Su bloque está hecho para destruir. Navarro y Diop eran felices. Uno reculando y el otro achicando. Con tanto oficio, al entramado granota le bastaba con bascular coordinadamente y recuperar para amenazar de vez en cuando. Así llegó el remate de cabeza de Casadesús después de un buen centro de Rubén desde la izquierda. El Villarreal era el que estaba más agobiado. Dos meses sin ganar ante su gente le mantenía algo estresado. Esta vez, por fin, se comportaba en defensa gracias al regreso de Musacchio y al desgaste de Mario. Qué lateral. Pina ponía la intensidad y Cani las intenciones. Pero la falta de fluidez, las intermitencias de Óliver (perdió mil balones) y la ausencia de velocidad y talento en los últimos metros convertía cada centro en una bala de fogueo.

Marcelino quiso corregir esos defectos y metió nada más empezar el segundo tiempo a Trigueros (todo elegancia) y Aquino (todo nervio) por Pina y Óliver. Fue un acierto en un principio, aunque parecía una injusta decisión con el mediocentro y atrevida con una joya cuya calidad siempre está latente. Hubo candidatos que hicieron más méritos que ellos para quedarse en la ducha. Nada más dar profundidad y ritmo a esa banda derecha, Aquino y Mario conectaron para cocinar una gran ocasión que silbó uno de los palos. Una acción que repitieron minutos después con igual de milimétrico resultado. Era otro Villarreal. Sólo le faltó continuidad y las piernas de antaño. Caparrós reaccionó cambiando al punta para aprovechar el agobio rival y responderle atacando con la búsqueda del espacio. Bien visto. Ángel dio frescura y el Levante se sacudió dos buenos disparos.

El Villarreal respondía con demasiada intermitencia aunque al menos demostró en la recta final más ambición que el adversario. Sin acierto ni fluidez no dejó de visitar el área de Keylor. Estaba obligado. Hasta que Nikos regaló una falta, Trigueros demostró que su calidad ha de ser más aprovechada y Perbet hizo olvidar durante un minuto mágico a Uche y Gio tras haberlos recordado durante noventa y cuatro.