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España - Tahití

Entre la goleada y los indignados

Previsión de disturbios y de marcador histórico en Maracaná. Sergio Ramos será el único de los titulares que jugaron ante Uruguay que repita esta noche (21:00 Telecinco).

Actualizado a
La Selección se entrenó ayer en Maracaná, donde hoy se enfrenta a Tahití. La Roja pisó ayer el mítico estadio de Brasil, donde España no ha jugado desde el Mundial de 1950.
Juan Flor

La previsión de goleada histórica sólo admite un único riesgo: la compasión. Tahití es un equipo tan modesto y exótico, y España una selección tan galante, que podríamos asistir a un marcador decepcionante, no más de seis goles de diferencia, un verdadero fiasco, observen la ironía, pero también el desconsuelo.

El ejemplo de Nigeria es el mejor referente. El campeón de África se sintió aturdido desde que su enemigo saltó al campo con collares de caracolas. A continuación observó cómo sus rivales lloraban a moco tendido con el himno ("Larga vida a Tahití) y el remate llegó con los "olés" del público al equipo tahitiano cada vez que enlazaba dos pases seguidos.

El resumen es que Nigeria fue incapaz de sobreponerse a las facilidades, y en lugar de marcar la docena que le hubiera correspondido, le perdió el afán por rizar el rizo, por ganar sin hacer daño. No creo exagerar si digo que, a pesar del 1-6, los nigerianos hicieron un partido francamente malo, de pobre imagen, que podría afectarles moralmente en el resto del torneo.

Para los tahitianos no fue mal resultado si pensamos que venían de perder 7-0 contra la Sub-20 de Chile. Su premio, además, ya lo consiguieron en 2012, al ganar la Copa de las Naciones de la Federación de Oceanía, favorecidos por la ina­udita derrota de Nueva Zelanda en semifinales contra Nueva Caledonia. Los kiwis son la única potencia oceánica desde que Australia se mudó en 2006 al grupo de clasificación asiático, aburrida de goleadas sin piedad: 31-0 a Samoa Americana (un gol cada tres minutos y 13 tantos de Archie Thompson), 20-0 a Tonga Prueba de los vientos goleadores del Pacífico es que la propia Tahití mantuvo 30 años su récord internacional de falta de compasión: 30-0 a las Islas Cook.

Para España el primer objetivo debería ser superar el marcador más abultado en la Copa Confederaciones: el 8-2 de Brasil a Arabia Saudí en 1999. Algo más lejos asoma el récord goleador de Selección: 13-0 a Bulgaria en un amistoso disputado en 1933 (seis goles del gallego Chacho). A partir de ese planteamiento, el partido debería ser utilizado como terapia para los goleadores afligidos, léase Torres y Villa. También será un buen ejercicio para el resto de suplentes, pues Ramos será el único titular que conserve su puesto. Le servirá para alcanzar las 105 internacionalidades, tres más que Raúl.

Tantas son las sombras de la selección tahitiana (138 del ránking FIFA, por delante de Afganistán) que destacaremos sus luces: Chong Hue, extremo por la izquierda a pierna cambiada, y Vahirua, su único profesional (ex del Nantes, Niza, Lorient, Nancy y ahora en el Panthrakikos). En el fondo, el problema del equipo no es el primitivismo táctico o el sobrepeso del portero. Su drama es la felicidad, el paraíso de la Polinesia que sedujo a Gauguin y Brando, y que la Corona española disfrutó entre 1772 y 1842, en la época del Motín de la Bounty.

Quizá sean los tahitianos los que deberían compadecerse de nosotros y los ciudadanos brasileños estarán de acuerdo. Las revueltas sociales se extienden por el país y los indignados se han citado a través de las redes sociales para hacerse notar hoy en los alrededores de Maracaná. Brasil lo tiene claro: El pan sigue siendo más importante que el circo.