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Liga BBVA | Rayo Vallecano

"Vallecas no es barrio para chivatos"

Dos días después del sabotaje que obligó al aplazamiento del partido Rayo-Real Madrid, Vallecas recobra su cotidiana actividad. El barrio habla, pero nadie señala culpables. Los vecinos exculpan a los Bukaneros y algunos creen que fue el propio club "por temas de los seguros...".

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<b>SECUELAS. </b>El ojo izquierdo de Enrique, el taquillero agredido el domingo, y la ventanilla resquebrajada, reflejos de la violencia vivida.

Vallecas recobró ayer 'su' normalidad. Un día después del partido y pasados dos del sabotaje que dejó sin luz el estadio, la actividad era cotidiana. Ni rastro de electricistas ni de policías buscando huellas. Leve movimiento en las oficinas, las taquillas abiertas para devolver el dinero de las entradas a aquellos que no pudieron acudir al partido el lunes, los bares funcionando, los mercados con su trajín, los vecinos con su ir y venir y cada uno a lo suyo. En realidad, todos a lo suyo.

En taquillas atendía Enrique, el empleado que el domingo fue agredido salvajemente por exaltados al conocerse que el partido había sido suspendido. Exigían su dinero en ese mismo momento. "Fue una locura, lamentable. Unos cuantos empezaron a insultar y a mostrarse violentos. Yo les escuchaba a través de la ventanilla, pero uno de ellos coló un puñetazo por el hueco y así tengo el ojo. Fue el mismo que destrozó los cristales a puñetazos, y eso que son antibala. El agresor ya está identificado. Sé que era mexicano porque no hacía más que decirme 'eres un hijo de la gran chingada'. Luego, al revisar las cámaras de seguridad, le hemos identificado. Ahora sólo falta que la Policía le pueda detener".

Quienes no están identificados aún son el autor o autores del sabotaje, los que cortaron el cableado de los focos. En la calle, en los bares y en el mercado, la gente esquiva responder a la pregunta ¿quién cree que realizó el sabotaje?

"Yo no sé nada, y tampoco creo que te digan mucho. Vallecas no es barrio para chivatos", respondía un hombre de edad más cercana a los cuarenta que a los treinta.

Un grupillo de jóvenes que acudían al gimnasio del estadio también tenía su opinión: "¿No es tan lista la Policía?, pues que lo averiguen ellos".

Teorías. Vallecas no es barrio para chivatos. Nunca lo fue. Ya no es el barrio conflictivo que fue y hace muchos años que desaparecieron del paisaje las 'casas bajas'. Ahora ya se puede pasear por el Boulevard sin miedo a... sin miedo, pero todavía se mantienen viejos códigos de barrio, y en Vallecas los 'chotas' están peor vistos que la Policía. Antiguamente, en los años de reivindicaciones y vida apretada, a los chivatos se les marcaba a navaja con una raja que iba de la comisura de la boca hasta medio rostro.

Inicialmente, acertada o interesadamente, el grupo ultra 'Bukaneros' fue señalado como principal sospechoso. El barrio y los comerciantes no creen que fueran ellos. Lo hace Óscar, carnicero que tiene un puesto en el mercado de Numancia. "Eso no lo han hecho los chicos. Es cosa de profesionales. Yo tengo una teoría, y es que existía una avería y que la hicieron más grande, maquillándolo como un sabotaje, y ahora... a cobrar del seguro".

Junto al mercado de Numancia está la sede de Bukaneros, un local con apariencia exterior de garaje. Acudimos por la tarde. Estaba cerrado. Tras pulsar el timbre, nadie contestó. Nadie había o nadie con algo qué decir. Los Bukaneros ya se pronunciaron el día antes a través de un comunicado negando la autoría del sabotaje y desmarcándose de los hechos. Los vecinos les creen: "Hombre, ¡eso no lo pueden hacer unos cuantos jóvenes! Para manejar cables de alta tensión hay que saber...".

Puede sonar fuerte y parecer retorcido, pero la teoría del autosabotaje es la versión que más circula según se aleja uno del estadio.

En los aledaños del campo, en uno de los puntos calientes en día de partido, la confluencia de las calles Payaso Fofó y Arroyo del Olivar, se ve patrullar coches de polícia. "Es la ronda habitual", nos explican.

En la Avenida de La Albufera, la principal arteria de Vallecas y donde colinda la tribuna lateral del estadio (la opuesta al palco), está ubicado el restaurante El Schiquitín del Albayzin, a sólo 20 metros de la tienda oficial del club y de las puertas de acceso al campo.

José Luis, el propietario del restaurante, reconoce que estos dos días ha habido "mucho cachondeíto con los cables". De nuevo la pregunta incómoda: ¿Quién cree que pudo ser? "No sé, todos tenemos una opinión, pero yo no voy a culpar a nadie. Está claro que parece obra de un profesional...".

La teoría del autosabotaje vuelve a estar en boca. "Estos ha sido como lo de las fábricas de muebles, que cada dos por tres salen ardiendo. ¿Por qué? Pues para cobrar el seguro".

Los clientes se animan a dar opinión, siempre sin apuntar directamente. Es código de barrio. "Ahora dicen que pudo ser algún empleado del club que fue despedido, pero vamos, yo no sé nada..."

Bukaneros, exempleados y hasta el propio club aparecen en los mentideros de Vallecas como posibles autores del terrorismo futbolístico que supuso dejar sin luz el campo y obligar a suspender el Rayo-Real Madrid, el partido más esperado cada temporada en el barrio más popular de Madrid. Un barrio que todavía mantiene sus propios códigos.