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copa del rey

El Centenariazo del Depor cumple mañana diez años

El Deportivo se adelantó a los cinco minutos con un gol de Sergio, y Tristán anotó el segundo a siete minutos para el final de la primera parte. Raúl hizo el gol del Madrid.

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El Centenariazo, el triunfo del Deportivo ante el Real Madrid en la final de la Copa del Rey de 2002, cumple mañana diez años con su gran protagonista, el equipo coruñés, en Segunda División y con aspiraciones muy diferentes de las que tenía cuando obtuvo aquella gran conquista.

El equipo que ahora lucha por volver a la categoría que perdió el pasado año tras veinte temporadas en la elite, se codeaba entonces con los grandes de la Liga española y de las competiciones europeas.

Aunque inesperada, su victoria en el Santiago Bernabéu el día que el Real Madrid celebraba sus cien años de vida, el día que la Copa del Rey también festejaba su centenario (fue la final 96), no parecía, en absoluto, descabellada.

Aquel Deportivo, que había conseguido la Liga en la temporada 99-00 y la Supercopa del año 2000, estaba concebido para grandes jornadas, como la del Bernabéu o como las de tantas otras noches y días épicos, de triunfos imborrables, de remontadas sublimes que protagonizó con Javier Irureta a los mandos.

No era el favorito para llevarse la Copa de 2002, era el invitado a la final en el estadio del Real Madrid, pero acabó aguándoles la fiesta a los blancos.

Llegaba el Deportivo al Bernabéu a solo dos puntos del Real Madrid en la Liga (segundos los madrileños, terceros los coruñeses), y solo una semana después de haberse impuesto 2-0 a la Juventus en la segunda fase de la Liga de Campeones.

En la Copa, el Deportivo había dejado en el camino al Marino de Luanco, la Cultural Leonesa, el Hospitalet (no se presentó porque el club coruñés se negó a jugar en césped artificial), el Valladolid y el Figueres antes de llegar a la cita del Bernabéu.

Los jugadores de Irureta eran lobos con piel de cordero ante el anfitrión, en las apuestas el favorito era el Real Madrid, aunque había optimismo en la plantilla del equipo gallego, como el que irradiaba el argentino Lionel Scaloni el día antes del partido, tras el último entrenamiento.

"Nosotros vamos a ganar la Copa del Rey, no al Real Madrid, ni el Centenario, ni nada. Eso es aparte. Si es en su estadio o no, da igual, nosotros vamos a por la Copa". Era una declaración de intenciones que también respaldaba el delantero Roy Makaay.

"Sabemos que podemos ganar. No tenemos miedo a ningún equipo. Ellos tienen más presión, tienen el deber de ganar porque su afición no espera otra cosa", afirmó el delantero holandés, que no llegó a vestirse de corto.

Irureta alineó a Molina; Scaloni, César, Naybet, Romero; Mauro Silva, Sergio; Víctor, Valerón, Fran; y Tristán. El argentino Duscher suplió a Valerón a los 63 minutos; Capdevila a Fran a los 82; y el brasileño Djalminha a Víctor en el 84.

En el Real Madrid, Vicente del Bosque planteó la final con César; Salgado, Hierro, Pavón, Roberto Carlos; Helguera, Makelele; Figo, Raúl, Zidane, y Morientes en el once. Solari sustituyó a Pavón tras el descanso, Guti a Morientes en el minuto 66 y McManaman a Figo en el 81.

El Deportivo fue ambicioso, se adelantó a los cinco minutos con un gol de Sergio, que dejó atrás a Hierro, evitó a Míchel Salgado y coló el balón por debajo de las piernas de César; y anotó el segundo a siete minutos para el final de la primera parte tras una asistencia de Valerón a Tristán.

El Real Madrid logró meterse en el encuentro en la segunda mitad con un gol de Raúl a pase de Morientes a los 58 minutos, pero el Deportivo resistió y conquistó un título hecho a medida para los blancos.

Los coruñeses levantaron así su segunda Copa del Rey (la primera había llegado en 1995 en el mismo escenario) y lo celebraron con una cena y una fiesta que estaba preparada para el anfitrión.

Los medios la bautizaron como la Copa del Centenariazo, término que hacía alusión a la celebración del centenario del club blanco y al recuerdo del Maracanazo, nombre con el que quedó para la historia la victoria de Uruguay, contra pronóstico, ante Brasil, que actuaba de local, en el Mundial de 1950 en el estadio Maracaná.