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Clasificación Eurocopa 2012 | España 3 - Lituania 1

También abre puertas la Furia

España jugó con paciencia, pero despachó el duelo con tres cabezazos, dos de Llorente y uno de un gran Silva. Ramos dio dos goles. Lituania fue una pared

Luis Nieto
Actualizado a
<b>UN GRAN GRUPO. </b>Aun sin Xavi ni Xabi, la Selección estuvo a la altura de su condición de campeona del mundo. Salamanca lo agradeció.
UN GRAN GRUPO. Aun sin Xavi ni Xabi, la Selección estuvo a la altura de su condición de campeona del mundo. Salamanca lo agradeció.

De partidos como el de anoche nadie se acordará cuando volvamos a levantar un título (que volveremos), pero hay que ganarlos, con frío o calor, sobre una alfombra o un sembrado, en la cálida y cariñosa Salamanca o a orillas del Báltico, con la Liga encendida o apagada. Y cuesta. Lituania fue una pared difícil de escalar, más sin Xavi ni Xabi, bajas de primera y última hora. España acusó la pérdida de masa encefálica en un día que exigía salida de balón y último pase para sacar los pies de ese espeso puré amarillo. Y superó el trance a la antigua usanza, con dos cabezazos de Llorente y otro del excelente Silva. La Furia acudió puntual al rescate del tiqui-taca.

El partido fue unidireccional. Lituania ni quiso ni tuvo el balón. Se aferró al terreno y aguardó el milagro estadístico de sobrevivir a un incesante tiroteo. No tuvo otra pretensión. Pudo salirle, porque la Selección no anda concreta en el área. Ganó un Mundial con ocho goles en siete partidos, disparó 22 veces en Argentina para apuntarse un blanco, Villa se ha estrellado demasiado contra el poste desde que tiene a Raúl a tiro de piedra

La baja inesperada de Xabi desfiguró al equipo, le condujo a un 4-3-3 con Silva y Villa a pie cambiado, es decir con la salida natural hacia el disparo. Y por detrás, Cazorla en un papel más interior, e Iniesta, que hizo un buen doblaje de Xavi, pero no fue tan influyente como él ni calcó su papel. Y así se lanzó al asalto, empleando a los laterales para hacer más grande el campo y facilitar la invasión. Más superficie ocupada fatiga más al vigilante.

Dominadores. Lituania aguantó el temporal inexplicablemente. Porque no supo sujetar a un desbordante Silva, imparable incluso cuando Zutautas ordenó un doble marcaje sobre él, ni a Villa, a ratos metido en el traje de extremo, actitud meritoria en quien nació goleador. Y flaqueó también en la defensa de las jugadas enlatadas. Ramos mandó un cabezazo al palo en un córner antes y después de una cadena de oportunidades despilfarradas.

A vuelta de descanso concluyó el thriller. Fernando Llorente, un nueve poderoso, de corpachón centroeuropeo y buen juego de pies, despachó a Lituania con dos cabezazos cantábricos, uno en cada palo, muestrario de una suerte que el Athletic donó desde siempre al equipo nacional. Entre uno y otro empató Sernas, que se zambulló en un agujero defensivo hispano. Fallaron, en castellano, catalán o andaluz, Puyol, por impuntual, y Piqué y Ramos (que dio dos goles y se retiró lesionado), por distraídos.

A partir de ahí, España calentó el ánimo y amagó con la goleada, pero también se desorientó atrás más de lo conveniente. Villa lo probó antes de marcharse, otra vez, sin echar abajo el último símbolo del antiguo régimen: el gran récord de Raúl. Mejorará cuando supere su obsesión. Tomó la alternativa Aduriz, que rozó el gol, y Silva, que minutos antes había errado el tiro de gracia a tres metros de Karcemarskas, liquidó el partido con un cabezazo aún mejor que los de Llorente, aún mejor que cualquiera que hayamos visto en los últimos tiempos firmado por un especialista, aún mejor que el gran partido que firmó. Vieron aplaudir hasta a San Mamés.