"El que llega al fútbol, se queda. Es un veneno"

Los lunes del asador donostiarra | Teresa Rivero pasa revista

"El que llega al fútbol, se queda. Es un veneno"

"El que llega al fútbol, se queda. Es un veneno"

Chema Díaz

Ya era aficionada a los toros, pero miedo de verdad sólo lo ha pasado Teresa Rivero en el Rayo. Entre el susto del domingo y el miura que aguarda en Éibar resumió sus catorce temporadas de presidenta en el Asador Donostiarra.

Femenino y singular. Así es el Rayo desde el 12 de enero de 1994, en que José María Ruiz-Mateos embarcó en este lío a su mujer, María Teresa Rivero (Jerez de la Frontera, 1935): "A él los negocios no le dejaban tiempo y tampoco le gusta salir de noche, que es cuando hay que atender los compromisos con las peñas. Así que un buen día me dijo: '¿Por qué no presides tú el Rayo?'. Yo no sabía ni lo que era el Rayo. 'Consiste en ir al partido, verlo y volver a casa', me explicó. Al principio aquello me parecía un tostón. Celebraba un gol y entonces alguien me aclaraba que era del equipo contrario. No sabía lo que era un penalti. Y como le daba la paliza al de al lado preguntándole todo me propuse aprender. Leía los periódicos deportivos, veía los resúmenes de televisión, escuchaba la radio. Y es que el que llega al fútbol, le encanta y se queda. Esto es un veneno".

Y así han pasado catorce temporadas, siete en Primera, cuatro en Segunda y las tres últimas en Segunda B, y veintiún entrenadores hasta hoy. Al Rayo le separan el Éibar y 180 minutos de regresar al fútbol profesional. O sea, un sufrimiento atroz: "No hay éxito que compense lo mal que se pasa. Muchas veces me pregunto: '¿Que hace una mujer como yo, con tantos hijos (trece) y nietos (cincuenta, más dos en camino), en un palco?'. Y cuando acaban los partidos y perdemos me voy a la puerta del vestuario y les digo a los jugadores: 'No puedo soportar lo que me habéis hecho'. Pero se me pasa, porque son buena gente, no tienen maldad". Este año se ha enfadado menos porque el equipo ha vivido casi siempre en zona de play-off: "Mel es un entrenador serio, un trabajador incansable. Y sabe llevar muy bien a los jugadores. El vestuario está unido de verdad". Aún así, no olvida que estuvo a punto de irse a mitad de temporada, cuando Lopera buscaba relevo a Irureta: "Desde entonces tengo un poco atravesado al Betis". Un susto sólo comparable al del domingo pasado, con el Portuense a un gol de eliminar al Rayo durante media hora: "Estaba horrorizada".

A la presidenta se le ha hecho larga la estancia en Segunda B, pero no ha abandonado la nave: "Hubo una ocasión en la que el Rayo estuvo vendido al que fuera presidente del Xerez Luis Oliver. A mí no me lo dijeron, pero empecé a intuirlo. Entonces, mi hijo Zoilo habló con mi marido y le confesó que me veía preocupada. Y dieron marcha atrás no fuera a caer en una depresión. Muchas veces le he dicho a José María lo del 'a ver si lo vendes', pero le tengo mucho cariño al club". Y eso que hubo épocas en que el palco tuvo pirañas. De hecho, en 2003 Teresa Rivero dimitió después de recibir insultos desde la grada. Volvió 57 días después: "No había otro remedio. En un club hay que estar a las duras y a las maduras".

La aventura de los Ruiz-Mateos en el fútbol comenzó el 30 de junio de 1992, cuando en batín y pantuflas, diez minutos antes del final del plazo, se presentó el patriarca de la familia en el CSD con el aval que convertía al club en sociedad anónima : "Mi marido tiene la manía de comprarlo todo. Y como había oído que el Rayo corría peligro de desaparición... Recuerdo que aquella noche me enfadé mucho, porque a mí no me gustaba el fútbol".

Los nietos.

Desde entonces, el Rayo se ha convertido en una preocupación familiar. Teresa Rivero presume de que la mayoría de sus nietos son hinchas del equipo, aunque dos le han salido del Barça. Y la tercera generación sufre como la primera: "Tengo un nieto en el Puerto de Santa María muy forofo del Rayo y, sin embargo, no le ha visto ganar casi nunca. Cuando fuimos allí hace una semana su padre no quería dejarle ir por si traía mala suerte y el chico tenía un disgusto terrible. Al final le permitimos que estuviera en el campo y ganamos 0-2". Estos catorce años le han dado para hablar con soltura de fútbol: "Me he propuesto llevar esto de la manera más profesional posible. Algo sabré. Más o menos como Capello...", remata con una carcajada.

La tertulia baja al banquillo y la presidenta es una autoridad en esa materia. Veintiún entrenadores ha tenido el Rayo bajo su mandato: "Muchas veces miro la alineación y me pregunto: '¿Y éste por qué no juega?'. Los entrenadores son caprichosos, pero hay que dejarlos. Nosotros nos hemos equivocado. Hemos llegado a tener cuatro técnicos en una temporada y eso es un error. Se precisa paciencia". Se arrepiente especialmente del despido de Fernando Vázquez en la última temporada en Primera. También fue un desastre el curso siguiente (Lopetegui, D'Alessandro y Rojo). Pero en Segunda B siempre acabó el mismo que empezó el curso. Incluso Michel, que el año pasado no metió al equipo en el play off: "Tiene una planta impresionante y lo puedo decir yo, que es como si fuera su madre. Alguna vez le dije: '¿Y por qué no te vas a Hollywood?'. Estuve a punto de destituirle. Lo propuse y nadie en casa me apoyó. Aun así, le cité en el club. Y antes de que pronunciara una palabra, me dijo: 'Viene a echarme, ¿verdad?'. Le dije que lo estaba dudando y como es un chico encantador me convenció, me hizo ver que a esas alturas de la Liga un cambio era perjudicial y que nos iba a salir muy caro despedirle a él y traer a otro". También guarda buen recuerdo de Camacho, de Manzano y de Juande, que llevó al equipo hasta los cuartos de la UEFA, el Everest en la historia del Rayo: "Sus tres temporadas fueron inolvidables". Y al final confirma la leyenda urbana: "Es verdad que antes de fichar por el equipo los entrenadores hablan con mi marido y éste apenas les pregunta de fútbol. De hecho, suele decirles: 'Tráete a tu mujer, porque así será más fácil ver si vales o no'. Y se marchan de casa colmados de regalos".

El futuro depende en gran medida de los dos partidos ante el Éibar, aunque pase lo que pase el Rayo tendrá su ciudad deportiva en el PAU de Vallecas, pactada con la Comunidad de Madrid, con la previsión de que en febrero de 2008 el equipo ya estará entrenándose allí. Y detrás va la construcción de un nuevo estadio en la misma zona: "Hemos hablado de ello con Esperanza Aguirre. Lo que ocurre es que el suelo donde está el actual estadio es del Ayuntamiento y tiene que autorizar el cambio de uso".

Los clientes.

El Rayo tiene ahora 6.000 abonados, la mitad de su récord histórico, cuando jugaba en Primera: "Con el ascenso, nuestra esperanza es colocarnos en 9.000". Y está descartada la vuelta al hábito histórico de jugar los domingos por la mañana: "Los partidos serán por la tarde. Hicimos una encuesta entre los socios y vimos que sólo los más veteranos defendían el horario de mañana. Jugar por la tarde rejuvenece a nuestra afición". También se mantendrá el equipo femenino, semifinalista de Copa y con cuatro jugadoras en la Selección, la vocación de cantera y la política de integración: "Hicimos una campaña para acercar el club a los inmigrantes y no funcionó, pero mantenemos un Mundialito de la Inmigración para benjamines y alevines y una escuela de fútbol multirracial".

No comparte mudanzas de clubes al estilo Ciudad de Murcia: "Yo soy de Jerez y no veo al Xerez en otro sitio, porque es del pueblo. Mi marido siempre ha dicho que si alguna vez vende el Rayo será para que sobreviva. No lo pondrá en manos de unos desaprensivos". Confiesa la presidenta que ni Madrid ni Atlético le han ayudado excesivamente, pero insistirá: "Si subimos les pediremos que nos presten jugadores". Y siente envidia sana del Getafe: "Lo ha hecho fantásticamente y nos ha quitado el sitio". Siempre se ha creído en la obligación de viajar con el equipo: "A veces los desplazamientos son incómodos o los hoteles modestos, pero los jugadores deben sentirse apoyados. Y si alguna vez he tenido que quedarme por un compromiso familiar, lo he pasado peor oyéndolo por la radio. Recuerdo que una vez fui a Almendralejo y al entrar, el portero me preguntó quién era. Le dije que la presidenta del Rayo y no me creyó. No podía documentarlo, así que le dije: 'Si no me deja pasar, yo me vuelvo tranquilamente a Madrid, porque con lo mal que lo paso ahí dentro...'. Luego apareció el presidente del Extremadura y lo arregló todo".

Asegura que el machismo en el fútbol mengua ("ahora ya no me mandan a fregar, como antes") y recuerda con cariño anécdotas de palco: "Gil me decía: 'Ni chilles ni te enfades por esto'. También tengo buen recuerdo de Gaspart, quien me advirtió antes de un choque: 'A mí no me gusta hablar durante los partidos. Espero que no te moleste'. Núñez, en cambio, era más charlatán. Pero en un partido en el Camp Nou nos pusimos 0-1 y se le quitaron las ganas de hablar. Ganamos por 0-2". Alguien le propone a Boyer como compañero de palco y sale con elegancia: "No soy rencorosa. Le invitaría. Ahora, lo de ponerme a su lado...".