Marzo está a la vuelta de la esquina y, con él, la primavera, una estación que puede resultar muy molesta para las personas que son alérgicas al polen. De hecho, es probable que muchas hayan comenzado ya a sentir los síntomas porque la temporada de alergias cada vez comienza antes debido al cambio climático, según ha revelado un estudio publicado en la revista científica Frontiers in Allergy.

La buena noticia es que este año, igual que en 2020, tenemos un arma que puede ayudarnos a combatir estos síntomas: las mascarillas. Si bien es cierto que se venden para proteger de bacterias y problemas como la alergia desde hace mucho tiempo, la gente temía ponérselas por miedo a parecer enfermas. Sin embargo, en 2021, la obligatoriedad de llevarlas como consecuencia de la pandemia facilita que también puedan ayudarnos contra los estornudos, picores de ojos y garganta y la secreción nasal. Eso sí, como ocurre con el coronavirus, hay que tener en cuenta que no todas las mascarillas son igual eficaces contra el polen.

Mascarillas más recomendables

Solo hay dos mascarillas que pueden proteger del polen. Unas de ellas son las quirúrgicas, recomendadas también en España para que la población general las use contra la COVID-19. Este tipo de mascarilla puede filtrar partículas superiores a las 2 micras, por lo que son totalmente eficaces para bloquear los pólenes alergénicos, cuyos tamaños oscilan entre las 15 y las 35 micras. Sin embargo, las mascarillas quirúrgicas no suelen ajustarse bien a la cara, sino que dejan espacios en los laterales y cerca de la nariz, por donde el polen puede acceder igualmente a nuestras vías respiratorias.

Esto que hace que las mascarillas más recomendables sean las FFP2, que filtran un 92% de partículas aún más pequeñas, superiores a las 0,3 micras, y no dejan huecos gracias a su diseño y a la pinza nasal que incorporan. Encontrar estas mascarillas, además, es muy fácil porque son las más extendidas en los últimos meses tras la aparición de las nuevas variantes de coronavirus.