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Los 7 peores alimentos para el corazón

Están dulces, son jugosos y algunos hasta tienen funciones recreativas… pero pueden hacerte mucho daño

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Los 7 peores alimentos para el corazón

Legumbres, pescado, leche desnatada y en general todo lo que compone una dieta mediterránea clásica suele ser el abecé de la alimentación sana para el corazón. Pero ¿qué alimentos pueden provocar mayores problemas cardiovasculares? La doctora Marisa Calle, coordinadora del Programa de Alimentación y Salud de la Fundación Española del Corazón, nos da algunas claves. Ojo: probablemente no te va a gustar saberlo.

1. No solo beicon

Si, el beicon, pero en general deberíamos de empezar a olvidarnos, si queremos reducir riesgos cardiovaculares, de cualquier tipo de carne procesada (que según la OMS se trata de aquella que ha sido transformada con salazón, curado, fermentación, ahumado u otros procesos para mejorar el sabor y preservar el alimento). Es decir: hamburguesas, salchichas, jamón, embutidos e incluso salsas y preparados a base de carne. Estos productos suelen tener un alto contenido en sodio (lo que puede provocar hipertensión), así como de colesterol de lipoproteínas de baja densidad (más conocido como Colesterol Malo o LDL y que es el que alicata tus arterias) y de grasas trans, unas de las principales enemigas de nuestro corazón.

2. Carnes rojas

¿Y qué pasa con la carne roja no procesada? Según advierte la doctora Calle una pequeña parte de lo que consumen los animales rumiantes, como la vaca, lo convierten en grasa trans. Este tipo de ácido graso insaturado del que hablamos antes aumenta la concentración de LDL en la sangre y bloquea la de ‘colesterol bueno’ o HDL. Pero además, según un estudio publicado por la revista Nature Medicine, la carne roja contiene un nutriente, la carnitina, que al degradarse por las bacterias intestinales puede alterar el metabolismo del colesterol y aumentar los riesgos de enfermedades cardiovasculares.

3. Aceites, casi ninguno

“El único aceite que ha demostrado tener elementos beneficiosos es el de oliva virgen”, asegura Calle, que además recomienda ingerir cuatro cucharas soperas de éste al día. En cuanto al resto de los aceites, cada cuál tiene lo suyo.

4. Una copa menos

Por supuesto, si temes seriamente sufrir o agravar algún tipo de cardiopatía deberías pensarte si pedir esa copa. Además de que el consumo continuado y excesivo de alcohol puede provocar una enfermedad llamada miocardipatía dilatata (que hace que el corazón se dilate y disminuya su capacidad de bombeo), hay determindas arritmias cardiacas que suelen estar relacionadas con la ingesta de esta sustancia, como la fibrilación auricular. Pero no sufras, según la Fundación Española del Corazón un vasito de vino al día puede llegar a ser incluso cardiosaludable.

5. Bollería industrial

En general toda la bollería industrial le hace pupa a nuestro corazón. Según un informe de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), “las dietas altas en hidratos de carbono, particularmente aquellas con un alto índice glucémico (es decir, que elevan rápidamente la glucosa en la sangre, como todos los productos mencionados) contribuyen, no solo a un mayor riesgo cardiovascular, sino también de síndrome metabólico, obesidad y diabetes”.

6. Sorpresa: refrescos azucarados

No escasean los estudios que señalan los efectos perjudiciales para la salud que tienen los refrescos azucarados. Uno de ellos, publicado en la Journal of the American College of Cardiology, encontró que, de las más de 88.000 mujeres a las que se les hizo un seguimiento durante 24 años, aquellas que consumían dos o más bebidas de este tipo al día tenían un 35% más de posibilidades de sufrir una enfermedad coronaria. Además, incrementaría un 26% el riesgo de padecer diabetes de tipo 2 y un 16% de sufrir un ictus.

7. Trans hasta en la sopa

Por lo general, la mayoría de la comida precocinada o procesada que encontramos en los supermercados contiene ácidos grasos trans. Y eso incluye, además de sopas ya hechas, platos listos para calentar o salsas de todo tipo, los snacks que picamos entre horas, las galletas, las palomitas… o incluso los helados. Si, lo siento, tampoco ellos se libran de esta lista.