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¿No consigues adelgazar? Culpa a tus genes

Un nuevo estudio sostiene que tus malos hábitos alimenticios podrían tener una explicación genética

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¿No consigues adelgazar? Culpa a tus genes

Una reciente investigación de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) aporta nuevas pistas sobre cómo las alteraciones de los genes podrían hacer fracasar nuestros intentos de perder los kilos demás.

En la línea de la literatura científica que indaga en el mapa neuroendocrino que condiciona el apetitito, el estudio de Cambridge arroja luz sobre cómo los genes podrían influir en aquellas personas que no pueden resistir su pulsión por las grasas. Los investigadores del Instituto de Investigación Médica del Consejo Wellcome Trust de Ciencia Metabólica presentaron a 54 voluntarios porciones de pollo al estilo korma —un plato altamente palatable gracias a la leche de coco, el pollo frito con especias y yogur—, con tres dosis distintas de grasa (alta, media y baja) sin que los participantes lo supieran. Los que mostraron mayor apetencia por el contenido graso, catorce personas en total, coincidían en tener alterado el receptor de melacortina 4, el gen MCR4, una condición que sufre entre el 1% y 5% de la población con obesidad severa.

Lo curioso es que a estas personas con el gen mutado no les gustaban las grasas, según las observaciones del estudio. “Refleja la dualidad de nuestro comportamiento alimentario, entre el ambiente y la genética: el ambiente (lo que podemos elegir entre lo que está disponible para comer y ser conscientes de mantener una buena dieta) sería la razón, y la genética las emociones (nuestra apetencia inconsciente por determinados tipos de alimentos)”, observa el biólogo David de Lorenzo, director del área de genómica personal en la firma de genética clínica Nimgenetics.

Los genes y lo que no son los genes

“No se puede decir que un gen determine nuestra preferencia por las grasas, pero el estudio es un buen comienzo. Todavía nos falta saber cuál es el rol definitivo de la genética. La influencia del fenotipo alberga un gran componente de genética, pero se puede matizar con la cultura, la educación y el entorno”, sostiene Javier Cudeiro, catedrático de Fisiología Humana, director del grupo de Neurociencia y Control Motor de la Universidad de A Coruña y director ‎del Centro de Estimulación Cerebral.

Sin embargo, la investigación de Cambridge podría aportar algunas claves para entender por qué solemos fracasar en las dietas o por qué no adelgazamos si hacemos ejercicio. “La investigación destaca que los efectos de los genes podrían ser relevantes cuando se pierde peso. Se podría explicar por qué todas las dietas funcionan hasta cuando nuestro peso desciende un 5 o 10% sobre el que manteníamos, y entonces se disparan las señales genéticas que invitan a comer más y resulta difícil perder peso”, matiza el nutricionista Juan  Revenga.