Vuelta 2014 | Primera etapa

Movistar se pone al aparato

Castroviejo ya vistió el maillot rojo hace dos años tras la contrarreloj por equipos de Pamplona. Quintana y Valverde meten 19" a Contador, 27" a Froome y 38" a Purito.

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Movistar se pone al aparato
Dani Sánchez

En su afán por incorporar novedades a la Vuelta, a Javier Guillén (su director) sólo le falta incluir azafatas que hagan la cobra a los ciclistas en el podio de campeones. Que les nieguen el beso si les place, para entendernos. Por suerte para Jonathan Castroviejo ese momento todavía no ha llegado. El ciclista de Movistar, nuevo líder, se vistió ayer todos los maillots posibles, incluido el rojo, naturalmente.

Castroviejo (Getxo, 27 años) repite el liderato de 2012, cuando Movistar ganó la crono por equipos de Pamplona. En Jerez se volvió a imponer el equipo de Telefónica. Lo hizo con una exhibición de coordinación y coraje. Tal y como correspondía. La imagen de Castroviejo observando el crono antes de llegar a la meta, luchando contra el segundero, es tan significativa como la que dibujó su compañero Javier Moreno, que cruzó la raya con el brazo en alto. De vez en cuando la vida tiene sentido: al final, ganó el equipo que dejó más sensación de equipo.

El premio obtenido por Movistar no es desdeñable. Cumplida la primera etapa, Quintana y Valverde aventajan en 19 segundos a Contador, a Froome en 27, a Aru en 30, a Purito en 38 y a Talansky en 41. Piensen lo que cuesta sacar esa diferencia en una etapa de montaña, el despliegue necesario, el control, el desgaste del equipo entero.

Si analizamos a los rivales de Movistar, lo más reconfortante fue observar que Contador pedaleaba con soltura, sin perder tuercas por el camino y sin dolor aparente. Lo más probable es que no pueda disputar la general, pero es imposible no soñar con el milagro, no poner velas a San Judas Tadeo; con Alberto en liza el ciclismo es más divertido. Froome corrió con precauciones después de la caída del día anterior y Purito no encontró demasiado apoyo en un equipo más pensado para la montaña que para el llano.

Nada raro, por otra parte. El circuito tenía su miga. Partía de la Plaza del Mamelón, llamada así porque en tiempos estuvo presidida por “una colina baja en forma de pezón de teta” (definición RAE). Desde allí, el trazado discurría por el casco viejo (tiendas y tapeo) para afrontar después 16 rotondas untadas con mantequilla. Si recordamos los mil accidentes del Tour, se comprende mejor la prudencia de algunos equipos.

Pese a todo, el espectáculo estuvo a la altura de la carrera. Se vieron ciclistas en calesa, sobrinas del Tío Pepe sujetando bicicletas, alegres aficionados por doquier y un vencedor de tronío. Ojo con Movistar. Nairo dio relevos como si fuera un especialista y a Valverde se le nota más liberado después de ceder la jefatura. A ambos les arropan buenos ciclistas.

Galones. Prueba de la confianza del equipo telefónico es que Quintana descorchó el cava y disparó contra las azafatas que entregan gentilmente el espumoso. Es posible que el colombiano haya perdido la timidez en los podios del Giro. Es muy posible que la cobra sea él.