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Tour de Francia

Golpes y montañas en el Tour

El noruego Kristoff ganó en Saint Étienne . El español David de la Cruz abandonó la carrera por una fractura en la clavícula derecha. Hoy, por fin, llegan los Alpes al Tour de Francia.

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Golpes y montañas en el Tour

No teman: restan nueve etapas y sólo tres sprints masivos, contando París. Hoy mismo llega la primera jornada de alta montaña, con final por encima de los 1.700 metros, ya en los Alpes, por fin con calor. El único lamento es por Sagan, cuyas posibilidades de ganar se agotan. Ayer volvió a ser segundo, por cuarta vez (añadan otras cuatro etapas entre los cinco primeros). El maleficio será más llevadero que el apodo que se le viene encima: Peter Segun. Es probable que nos haga tragar la broma con cien victorias consecutivas (quizá mil), pero hasta entonces está permitido sonreír.

El noruego Kristoff fue el último verdugo de Sagan. El ciclista de Katusha vive el año de su consagración: a su triunfo en la Milán-San Remo suma ahora su primera victoria en el Tour. También fue bronce en los Juegos de Londres, lo que sugiere su afición por los bocados exquisitos. Habrá que apuntarlo como aspirante para ganar el Mundial de Ponferrada (28 de septiembre).

A Kristoff, no obstante, se le alinearon los astros. Trentin obstaculizó a Degenkolb (ya reparado su glúteo) y por ello el italiano fue desplazado hasta el puesto 60º. Greipel se cayó en los últimos kilómetros y Kittel­ llegó a diez minutos, cortado en las subidas. De modo que sólo le quedó vencer a Sagan y a su pena.

La etapa volvió a ser despiadada. David de la Cruz, integrante de la escapada del día, se fue al suelo cuando tomaba una curva al paso por Le Bois d’Oingt, lugar sin más sobresalto histórico que la caída del español. El accidente fue pura fatalidad, provocado, tal vez, por un cambio en el relieve del asfalto. De la Cruz, que disputaba su primer Tour, se vuelve a casa (Sabadell) con la clavícula derecha rota y el prestigio intacto: buen ciclista.

La fuga (Clarke, Langeveld, Rast y Vachon) circuló en armonía hasta que apretó el pelotón y la carretera picó hacia arriba. Fue entonces cuando el australiano Clarke (rey de la montaña en la Vuelta 2012) puso tierra de por medio, primero en solitario y después acompañado por dos bretones del Europcar, Gauthier y Quemeneur. Por algún momento pensamos que un bretón volvería a ganar una etapa 20 años después (Pascal Lino, Festina), pero en la bella Bretaña tendrán que seguir esperando.

El hecho es que los equipos de los velocistas no suelen fallar en sus cálculos (el GPS ayuda). Para eso valen corredores como el chino Ji Cheng (Giant), conocido como el matafugas, un cualificado rodador que en las montañas lucha por sobrevivir. De momento, no hay quien le discuta el farolillo rojo: Cheng es último a casi tres horas de Nibali (en el último puesto acabó la Vuelta 2012).

Polémica. Hoy tampoco será un buen día para el primer chino que disputa el Tour. La carrera llega a Chamrousse, un alto donde ya ganó Armstrong, “el ciclista que nunca existió” (según Jon Rivas), aunque haya viejos ganadores partidarios de devolverle los siete triunfos que el Tour ha borrado del palmarés (Bahamontes, Delgado, Indurain, Pereiro..., por citar sólo a los españoles).

En fin, pasemos página (ojalá algún día lo haga el ciclismo). Hoy nos espera una gran tarde, llena de ilusiones que no mueren, pese a todo.