SIXERS 111-LAKERS 113

Un triunfo que puede salir caro

Los Lakers han ganado sus dos partidos a los Sixers y pierden la opción de caer al tercer peor registro de la NBA y tener un 96% de opciones de salvar su primera ronda de draft.

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El tanking ha sido una de las palabras de moda en la NBA de las dos últimas temporadas. Primero por el fervor con el que todos los equipos cuyas miras no estaban estrictamente centradas en el presente se lanzaron a la carrera de torpes en la que los premios eran los Wiggins, Parker, Embiid y compañía. Este año la camada es aparentemente menos profunda (veremos porque la de 2014, tan cacareada, ha dejado unas cuantas dudas) pero ahí están los Okafor, Towns, Mudiay… últimamente los general manager trabajan cada vez más sobre la base de la demolición absoluta y la reconstrucción radical. Y desde ese punto de vista siempre se encuentran razones para ser un poco peores, o mucho peores, que el otro puñado de equipos que son malos. O notablemente malos.

Pero la realidad es que el tanking, acumular derrotas para sacar más boletos de cara a la lotería del draft, no es cosa de los jugadores. Los equipos no juegan para perder. Los jugadores jóvenes porque quieren hacer camino, los veteranos porque detestan perder sin parar y los jornaleros y outsiders que llenan muchas veces esas peores plantillas de la liga porque quieren ganarse el siguiente contrato. En ese equipo o en cualquier otro. El tanking es cosa de los despachos, con un convencimiento mayor o menor por parte del cuerpo técnico: se trata de formar un equipo que pierda muchas veces por mucho que se esfuerce. Y en los últimos años nadie lo está haciendo tan bien como Sam Hinkie en Philadelphia. En un par de años estaremos viendo con qué resultados. Los Sixers pierden casi siempre aunque raro es el día en el que no ponen energía para evitarlo. Son jugadores de los que, por ejemplo, se ha discutido si saldrían derrotados contra la Universidad de Kentucky. Ningún jugador NBA está feliz con eso.

Dicho esto, hay equipos para los que ese tanking es estrategia y otros para los que debería ser necesidad cuando las circunstancias te dejan sin más opciones. Es el caso de los Lakers. Los Sixers se juegan elegir primeros, segundos o terceros en el draft, los Lakers tener una buena ronda que sumar a Randle y Clarkson… o no tener nada. Su primer pick de 2015 está condicionado: o es top-5 o se irá, precisamente, a Philadelphia. Así que el partido, al que llegaban los Sixers con 18 triunfos y los Lakers con 19, tenía miga. Philadelphia juega con un quinteto en el que está Nerlens Noel, uno de los pocos que podría disputarle el título de Rookie del Año a Wiggins aunque seguramente no lo hará, y nada más. Bueno, sí: Ish Smith, Jakarr Sampson, Robert Covington y Furkan Aldemir. Así se pierden muchos partidos pase lo que pase. 24 horas antes en Cleveland y fallando una tonelada de tiros para dar la sorpresa del año. Esta vez en la prórroga y tras una canasta de Clarkson a falta de 9 décimas. Total: 18-57 y 20-53 unos Lakers que pueden ir rezando lo que sepan. Dejan atrás a los Sixers y tienen muy lejos a los Wolves (16-58) y los Knicks (14-60). Y ahora acechan a unos Magic que no paran de perder (22-52). De terminar como tercer peor equipo de la temporada, sus opciones de retener ese pick en el top-5 habrían sido del 96%. Una garantía. En su actual cuarta posición, se van al 82,8%. Y si adelantaran a Orlando y fueran quintos por la cola, se irían ya a un temible 55%. Más madera para la histeria en L.A.: en los últimos cinco años, ese casi 83% del cuarto peor se ha ido dos veces al retrete con una sexta elección que ahora mismo dejaría a los Lakers sin nada: Warriors en 2010, Wizards en 2011. Malos presagios para una franquicia a la que hace ya demasiado tiempo que todo lo que puede ir mal le sale… todavía peor.

El caso es que los Lakers sólo han ganado tres partidos desde el 12 de marzo pero ha sido a los Timberwolves y dos veces a los Sixers. Victorias que sus aficionados, a los que no les queda ya nada en el presente que no sea el puro pensamiento práctico, no han celebrado nada. Además, dos han sido en la prórroga. Los Lakers, un equipo entre otras muchas cosas extraño, ha jugado más prórrogas que nadie esta temporada: nueve… con seis victorias. En partidos resueltos en los 48 minutos de rigor están14-50. Extraño. Y el caso es que para echar más sal en la herida de una afición descompuesta, esa aritmética del draft y esa ronda que se condicionó con Phoenix en la llegada de Nash y que finalmente podría volar a Philadelphia, hacen que ni siquiera pueda disfrutar de las victorias sin sentir un agridulce sabor a placer culpable. Ni apenas de la constatación de que Jordan Clarkson fue un robo en el número 46 del draft.

Porque desde que los Lakers le dieron las llaves de la mansión, en amenaza de ruina pero mansión todavía, el base novato está jugando a un nivel excelente y apunta a un Mejor Quinteto Rookie en el que debería formar backcourt junto a Elfrid Payton. En Philadelphia sumó 26 puntos y su tope en asistencias, 11, su primer doble-doble y la canasta ganadora en el último segundo de la prórroga. Una terrible defensa de los Sixers, que se cebaron con Ellington y dejaron que este asistiera a un Clarkson que remontó completamente solo la línea de fondo. Un Ellington que había anotado siete puntos en una prórroga en la que los Lakers sólo fallaron un tiro para un 51% total a partir del descanso. Quizá un golpe para los jugadores de los Sixers pero no desde luego para Hinkie y los ejecutivos de los Sixers, que con partidos como este pueden soñar con tener dos de las seis o siete primeras elecciones del próximo draft. Así están las cosas.

Noel, otro que estará en ese Quinteto Rookie, terminó con 19 puntos y 14 rebotes y anotó la última canasta de su equipo, el empate a 111, justo después de fallar dos tiros libres. En los Lakers se fue a 22 puntos Jabari Brown, compañero de Clarkson en Missouri que no fue drafteado y que juega para quedarse en la NBA. Como para hablarle a él de tanking... Así están los Lakers: con 20 victorias después de las 27 de la temporada pasada y después de haber sumado sólo una con menos de 40 desde 1995 (sin contar lockouts). Mal cuando pierden, a estas alturas ya peor cuando ganan. Con el equipo hecho un lío, los que mandan echando cuentas (se supone) y sus aficionados de los nervios. Completamente de los nervios.