BALONCESTO FEMENINO

Amaya Valdemoro presenta su biografía: "Nací luchando"

Escrito por el periodista Julián Redondo, descubre el lado más personal de Amaya. "El último regalo que me ha dado el baloncesto es este libro".

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Amaya Valdemoro ya tiene su biografía. Bajo la pluma del periodista Julián Redondo, Amaya relata en Nací luchando de la editorial Espasa el lado más dulce de su vida, pero también el más amargo: desde la pérdida de su madre cuando tenía tan solo 18 años (“Ni en los instantes finales, cuando ya no nos escuchaba, fui capaz de decirle ‘¡Te quiero, mamá! No me salió. Me rebelaba contra su agonía, no admitía su final”) a la soledad de sus tres años en Rusia o las múltiples lesiones que se convirtieron en una pesadilla para ella: “He jugado coja. Coja de no poder correr (…) Así estoy ahora, hecha una puta mierda y decían que el problema, mi problema con las lesiones, era psicológico”.

BALONCESTO'Nací luchando'.

Me encuentro con este regalo en forma de libro que me ha hecho el baloncesto. Mi carrera siempre ha estado ligada a la literatura. Con tantos desplazamientos, leía muchísimo. Mi Marqués de Sotoancho en Rusia. ¡Cómo me reía y lo que me ayudó! Las rusas me miraban con una cara…”, recordaba Amaya, sentada al lado del creador Alfonso Ussia, que la coronaba como "la gran deportista española".

A lo largo de 13 capítulos (su número, su seña), Nací luchando, que se pone hoy a la venta al precio de 19,90 euros, recorre la vida de Amaya: sus inicios, su experiencia en la WNBA, en Rusia, en Turquía, el oro del Eurobasket… y su deseo futuro de ser madre. “En este libro he intentado ser yo misma, con mis cosas buenas y mis cosas malas. Por eso, la gente que me hizo daño también está ahí. Creo que no a todos les va a gustar el libro”, dijo Amaya. Lo peor parados han sido Blanca Ares y Vicente Rodríguez, exseleccionador español. “Yo también he metido mucho la pata. Sin fracasar no se llega a lo más alto”.

Algo que ella sí logró, aunque espera que el éxito del baloncesto continúe. De ahí que ve posibles sucesoras. “Ahora hay mucho talento y ojalá mi cara se vaya difuminando y sean otras las reconocidas, aunque ese reconocimiento, ese cariño de los aficionados ha sido uno de los grandes premios que me llevo”, reconocía Amaya. “No entiendo cómo Alba Torrens, Laura Nicholls, Cristina Ouviña… no son tan conocidas. El deporte femenino tiene pocos rostros, pero debemos reivindicar que no somos sólo deportistas sino que podemos hacer muchas más cosas”. Por ejemplo ella, que tras colgar las botas hace poco más de un año, colabora con la FEB y su Universo Mujer y trabaja de comentarista en Canal +. “Todo esto ha ayudado a poder llenar ese vacío y a matar el gusanillo de basket que tengo. Espero seguir muchos años. Todos necesitamos ayuda cuando dejamos el baloncesto, porque nos jubilamos pronto y te quedas sin lo que le ha dado sentido a tu vida durante un tiempo”.

Por último, Amaya quiso agradecer esta joya a muchos, entre ellos, al autor, Julián Redondo, al presidente de la FEB, José Luis Sáez (“Siempre estuvo ahí) y a su familia. “El libro se lo dedico a mi madre, que no pudo ver todo lo que he hecho. Gracias a mi padre, a mi hermana Virginia, a mis amigos… Y a mi tío Fernando, que me enseñó lo bonito que es meter el baloncito en la cesta”, dice Amaya que, de niña, siempre soñó con ganar medallas, aunque en atletismo.