BARCELONA 92 - ALBA BERLÍN 82

Buenas noticias… de milagro

El Barça tira 17 puntos de ventaja y necesitó una prórroga en la que al menos recupera los diez de desventaja de Berlín. Buscará el factor cancha ante Panathinaikos y Maccabi.

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El Barcelona cumplió con el guión, ganó al Alba y recuperó los diez puntos de su penoso paso por Berlín: de aquel 80-70 a este 92-82. A la espera de tiempos mejores, era el objetivo para ganar dos partidos de colchón en un grupo que se parte y del que se caen Alba, Zalgiris, Galatasaray y Estrella Roja. Tras sus dos próximos encuentros, en Atenas ante el Panathinaikos y en el Palau ante el Maccabi, el equipo de Pascual sabrá si tiene que pelear por asegurar el billete para cuartos o si su lucha es un factor cancha en el cruce que está a sólo un partido de distancia a pesar de las tres derrotas a domicilio.

Por seguir con el bloque de noticias felices que dejó la noche, que no es muy extenso, Tomic jugó otro gran partido y Doellman ratificó que sus números empiezan a ser por fin más que números. Entre los dos sumaron 33 puntos, 8 rebotes y 41 de valoración para un equipo que más que referentes necesita, ahora mismo, un santoral completo. A los dos interiores se le sumó la energía de Satoransky, un buen tercer cuarto de Thomas, las ganas de ser relevante de Abrines y la experiencia con el estoque de Navarro. Poco más pero suficiente ante un rival que llegaba sin dos pilares como McLean y Hammond pero que estuvo a punto de provocar una crisis de primera magnitud en el Barcelona. Que ganó como estaba previsto, o como tenía que estar previsto, pero que ni se quitó la resaca de la Copa ni resolvió incógnitas ni hizo nada más que pedir nueva cita con el psicoanalista.

El partido fue extrañísimo, el resultado de solapar el difícil momento de los azulgrana con el baloncesto de músculo y tenazas del Alba de Sada Obradovic. Un equipo peligroso si se le deja jugar en su guión y que había ganado en la última jornada en la pista de Maccabi. Pero un equipo menor cuyo gran mérito, que no es poco, fue aprovechar de salida la congelación copera del Barcelona (13-14 en el primer cuarto) y aceptar después la invitación a salir de la tumba y volver a la vida: en el minuto 28 el Barcelona ganaba 59-42 y tenía a buen recaudo la victoria, el average y el espíritu. Entonces decidió dejar de jugar y en un calamitoso último cuarto (18-31) se vio a tiro de derrota, con 77-75 y bola para un Alba que no lanzó de tres y que acabó empatando con una canasta a trompicones de Radosevic, que tuvo al Barcelona en jaque con sus tiros de media distancia y sin más ayuda que la de Redding y un Renfroe que pululó por todas partes. Entre los tres, 59 puntos y un esfuerzo que les llevó sin aliento a una prórroga en la que cayeron por su propio peso ante un Barça que volvió al partido tan de repente como se había ido de forma inexplicable minutos antes.

Todo lo sucedido tiene que ver con la debilidad psicológica del equipo que acaba de perder un título y que lleva más de dos meses sin terminar de encontrarse. Y tiene que ver con el extraño estado físico de una plantilla en la que siguen sin estar en plenitud jugadores tan importantes como Huertas, Abrines y Oleson. Además, Hezonja prolongó su mala final del domingo, Jackson apenas hizo ruido y Pleiss ahondó una crisis que no toca fondo: ocho minutos en pista, ni un tiro a canasta, tres personales y un -8 para su equipo en sus tramos de juego. Un desastre que no tapa precisamente los movimientos del Barça, a la desesperada y finalmente infructuosos, antes del cierre del mercado. Así que la victoria da al conjunto azulgrana un poco de paz y sobre todo un poco de tiempo. Es lo que necesita para encontrarse. Si lo hace, volverá a ser temible. Por ahora es sólo un equipo con mucho talento pero ciclotímico y descompasado, en un momento de forma verdaderamente extraño.