BARCELONA 101-MANRESA 53

Hezonja ilumina un palizón

El Barcelona desarma al Manresa en un primer tiempo histórico: 53-13. Después bajó el ritmo pero Hezonja encadenó siete triples sin fallo en el segundo tiempo. Monstruoso.

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El Manresa enlazó un parcial de 14-29 entre el minuto 23 y el 33, con el Barcelona ya en marchas bajísimas, y sin embargo perdía cerca del final 101-48. Más que un dato, es un intento de explicar el volumen de la paliza que el equipo de Pedro Martínez se llevó en el Palau, en el partido 300 en ACB de un Xavi Pascual que ha ganado 233, casi el 78%. Por ese minuto 23 en el que el Barcelona soltó el pie del acelerador el marcador era 64-13. Y la valoración, 98 a -4. En esos más de dos cuartos, el Manresa había anotado cuatro canastas, las cuatro en el segundo cuarto de un Fotu que, con licencia para tirar, terminó con un 2/9 en triples y sumó 15 del 42 total de su equipo en valoración (137-42).

En 2009 el propio Manresa perdió 65-45 en el Palau. Entonces caía 34-14 al descanso. El pasado octubre, el Barcelona dejó en 43 puntos al Gipuzcoa (10-28 al descanso) pero firmó un muy discreto partido en ataque (43-57). Esta vez, sin embargo, el Barcelona unió defensa y ataque hasta el 53-13 del descanso, una masacre que amenazaba con destrozar mayor paliza de la historia en ACB, un 109-50 que encajó el Valladolid también en el Palau (diciembre de 2013). Lo que sucedió en ese primer tiempo se comprime en números: 26-4 en el primer cuarto (cuatro tiros libres del Manresa), 27-9 en el segundo. Valoración: 78 a -3. Pérdidas, 2 a 12. Rebote, 24 a 11 (8-3 de ataque). Tiros de campo: 22/39 por 4/24. El Manresa, que está en la pelea por la permanencia y que llegaba en dinámica positiva, tendrá que hacer borrón y cuenta nueva por la vía rápida. No le queda otra: salió a jugar sin energía y sin concentración y firmó un primer tiempo impropio. Su imagen, más allá de los citados números y de que ganar en el Palau no entra en sus cuentas, fue sencillamente inadmisible.

Para el Barcelona, el partido fue una cuestión de baño y masaje. Como ante el Zalgiris dos días antes, rompió muy rápido (supersónico esta vez: 10-0 de salida, 23-2 en 9 minutos) y descansó después. Sus problemas son fuera de casa y ante rivales de más talla que lituanos y manresanos. Y el jueves, en eso, pasa examen gordo en su visita al Palacio de Deportes en Euroliga. Para entonces seguramente estará Abrines (baja por gripe) y puede que Oleson, que ultima su puesta a punto e hizo la rueda de calentamiento antes de un derbi catalán que fue un desmantelamiento sistemático. Los números del Barcelona abrasan: 58% en tiros de dos, 66% en triples (14 de 21) y 100% en tiros libres. Tomic sólo jugó 10 minutos pero sumó 17 de valoración. Doellman se fue a 18 en 19 minutos y Huertas dio 5 asistencias en 16. Hakanson entró en rotación ya en el segundo cuarto y fue el único que no anotó. Y Pleiss jugó casi todo el segundo tiempo sin dar una imagen especialmente redentora.

El partido, en realidad, tuvo dos nombres propios: Edwin Jackson y Mario Hezonja. Aprovechando las ausencias en la rotación exterior, cada uno a su manera. El escolta francés empieza a romper el cascarón justo cuando parecía quedarse en plena subida a ese puerto de categoría especial que es la adaptación a un equipo como el Barcelona. Después de su buen partido ante el Zalgiris firmó otra actuación notable, muy elástico en defensa y por fin acertado en ataque (15 puntos, 3/3 en triples, 5 rebotes, 2 asistencias y 20 de valoración). Hezonja, la bomba atómica croata, jugó otro de esos partidos que demuestran dos cosas: que va a salir muy arriba en el draft de la NBA y que los rivales del Barcelona se mueren de ganas de que cruce el Atlántico. Anotó los ocho triples que lanzó con un enorme 7/7 en el segundo tiempo. Terminó con 24 puntos, 6 asistencias, 2 robos y 29 de valoración. En 23 minutos. Ese 8/8 en triples, por cierto, iguala un récord histórico en Liga ACB que ya comparte con Dean, Djordjevic, Oscar Schmidt y Rakocevic. Otra muesca en el revolver de Super Mario y excelentes sensaciones para un Barcelona que recupera la tranquilidad y la sonrisa a las puertas de viajar al Palacio. Cosas de jugar en casa: hogar, dulce hogar.