BASKONIA 103-BARCELONA 94

Los fantasmas atacan al Barça

Otro pésimo partido defensivo de los de Pascual, que son un desastre fuera del Palau. Un Baskonia renovado y regenerado mandó siempre y ganó con toda justicia... y 103 puntos.

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De entrada, el aplauso para un Baskonia que se ha encontrado por fin a sí mismo y que vuelve a parecer un equipo competitivo y con personalidad, que verá la Copa por televisión pero seguramente no los playoffs. Después de perder en el Palacio un partido que tuvo ganado ante el Real Madrid, se dio un buen baño de autoestima ante el Barcelona. Hecho literalmente sobre la marcha, esta es una buena versión del Baskonia, nada que ver con aquella de principio de curso en la que no estaban ni James ni Adams ni Begic ni Hansbrough… ni Ibon Navarro, claro. Con el cambio de entrenador y el movimiento de cromos el equipo vitoriano se ha reencontrado: de forma improbable, cambiar todo para que nada cambie.

El Baskonia, que anotó 103 puntos, no ha perdido en casa en Liga desde su primer partido, ante el Unicaja: nueve victorias seguidas. Su ataque está lleno de recursos y su defensa ha aparecido de la nada, la mano de Navarro, con variantes e intensidad en las ayudas. Después de un primer cuarto muy ligero y muy rápido (25-22), el equipo vitoriano apretó en defensa y cargó el rebote de ataque, sin rastro de castigo después de haber jugado el viernes en Atenas: siete rebotes en el aro del Barça en el segundo cuarto, el doble de tiros libres y seis pérdidas menos que su rival en el primer tiempo… y un mando inamovible y merecido en el marcador, al que metió un hachazo que ya nunca se corrigió justo antes del paso por vestuarios (48-38).

Con el equipo funcionando y la rotación bien articulada, bastó el trabajo de los interiores y la aparición escalonada de los ejecutores: Bertans, San Emeterio, Causeur y Adams. Mejor en el intercambio a todo trapo y mejor cuando hubo refriega: mejor todo el partido y con mucha suficiencia para sortear los intentos finales de un Barcelona que acabó (Huertas, Pascual...) pareciendo desesperado. Y en el que hay mucha tela que cortar. Mucha.

Un Barcelona desprotegido

El Barcelona anotó 94 puntos y acabó en 100 de valoración. Eso, y más según el libro de estilo de un técnico como Xavi Pascual, debería darle para ganar siempre, también en ese Buesa Arena en el que lleva cinco años seguidos perdiendo en Liga regular. Pero no le da, apenas para competir. No fuera del Palau, donde en Liga ha ganado un partido (en Andorra) y ha perdido cinco desde el 23 de noviembre, y en el Top-16 se ha estrenado con dos derrotas. En sus ya seis partidos perdidos en ACB encaja una media de 87,5 puntos. Impropio, casi esperpéntico y más para un equipo, insisto, de un Pascual que casi todos los años llega a enero con los deberes hechos y los motores a pleno rendimiento (la Copa, el Top-16…). En el bache ha hurgado la avería exterior con las lesiones de Navarro, Oleson y Abrines y la llegada de un Jackson que acostumbra a pasar de puntillas por los partidos. Es una razón pero no la mayor ni la más preocupante de las razones y por eso tampoco ha hecho milagroso el regreso de Abrines en el mismo y excelente nivel en el que lo dejó: esta vez 17 puntos (13 a la heroica en el último cuarto) y 3 de los 6 triples que metió el Barcelona. El problema, y eso es lo que huele mal, es de confección.

Porque el Barcelona hizo una plantilla lujosa y con mucho talento pero en la que desaparecieron los especialistas defensivos, que sí han tenido relevo en la reconstrucción de una excelente rotación exterior (más cuando vuelvan Oleson y Navarro, claro) pero que ha dejado un agujero negro en las zonas. Ningún jugador de perfil defensivo, ningún jugador de físico explosivo o de juego por encima de la canasta, ningún protector del aro y piernas lentas para las ayudas.

Lampe hace esfuerzos (casi todos los días, no todos) pero a contraestilo, Tomic ha ido y venido en el último mes pero sigue siendo indiscutible y Nachbar está por ahora completamente fuera de foco: 34 años. Además, los fichajes no están siendo lo que se esperaba, ni siquiera en ataque. Doellman, aunque hace números, va casi siempre de más a menos en los partidos. Esta vez sumó 5 puntos y 5 rebotes en el primer cuarto y terminó en 10+9. No es por ahora la solución en el cuatro que creía fichar el Barcelona y por la que se pegó media Europa. Pero peor es lo de un Pleiss en letargo, sin confianza y sin trascendencia en el juego. Un jugador cuyos 218 centímetros no se ven en pista, que no saca ventajas en ataque, la especialidad de la casa, y que tiene unas lagunas en defensa que lastran a todo el equipo. Los pívots del Barcelona no frenan a sus pares, no tapan las penetraciones de los exteriores ni llegan las ayudas. Y también se les escapan muchos rebotes. Ese espumillón donde un aspirante a todo necesita cemento carcome al equipo: toda la defensa se hunde, incapaz de enlazar stops cuando llegan los minutos calientes. Y el ataque, siempre vasos comunicantes, se resiente. El estilo, los sistemas: todo. El Barcelona se puso a cinco cerca del cierre del tercer cuarto (70-65) y no supo evitar que le llovieran 33 puntos en el último parcial. En un visto y no visto, y con Pleiss otra vez en pista, se vio 76-67. Casi game over. Así que depende de que entren los triples (esta vez poco y sólo tarde: 6/16, un contraste con el 8/10 que firmaron sólo entre Bertans y San Emeterio) y de que entre los exteriores y Tomic tapen todas las vías de agua. Todo esto, y en este momento de la temporada, resulta impropio de un equipo de Xavi Pascual, al que se le han criticado cosas pero jamás que presentara equipos deshilachados, poco competitivos, desorientados y flácidos en defensa.

Como Hezonja está en esa fase de maduración en la que todavía no puede cargar con demasiada responsabilidad todos los días (unas veces bomba atómica, esta vez cero puntos) y Satoransky también está cogiendo el pulso a su nuevo equipo y su nueva situación (clave esta vez en la supervivencia del Barça: 17 puntos, 22 de valoración), el Barcelona acaba haciéndose previsible y débil, incapaz esta vez de sacar partido a un último cuarto en el que el Baskonia estuvo ocho minutos en bonus, y sin ninguna respuesta defensiva: cada ataque vitoriano era canasta, o tiros libres o rebote de ataque (15-9). Si circulaba aparecian tiros cómodos, si penetraba, bandejas fáciles y si fallaba ganaba el rebote. Lo mismo que le pasó al Barcelona en Sevilla, Santiago, Berlín... Con demasiadas pérdidas tontas y un Marcelinho muy nervioso, casi fue un milagro que llegara vivo al último cuarto tras un paso muy poco lúcido por todo el tramo central del partido. Tampoco lo aprovechó. Decidieron primero Bertans, después Causeur y finalmente un James que dejó además uno de los mates de la temporada.

El Baskonia está en el camino, con tiempo hasta los playoffs para terminar de solidificar un proyecto del proyecto que parece atinado. Y el Barcelona sigue siendo un gran equipo al que no se puede descartar todavía de ninguna pelea. No a 25 de enero y con todo lo que tiene en nómina. Pero que tiene un problema en la rotación interior cada vez más difícil de disimular, uno de esos que cuestan temporadas si no se corrigen. Las siguientes semanas nos darán muchas respuestas. Escucharemos...